luisa castro: los versos del eunuco: variaciones
Versos como incendiarse en lechos, hundir
la espuela y dame
la trinidad oscura de tu alma,
el cajón extraño de tu cuerpo, y alta
parábola de ti,
y
yo
que vivo al otro lado del incendio
ausente y silenciada
y cantando cosas tristes, yo
tan lejos del herrero y sin alma
y un cuerpo amargo para enmudecer
tendré que decir bueno, así es, mi amor,
así es,
y quemarme en lechos, hundir
la espuela y darle
la trinidad oscura de mi alma,
el cajón extraño de mi cuerpo,
mi parábola más alta,
esas cosas que no conozco
y callo.
Me amamanta con sencillez. Recoge su lengua.
olfatea mis víveres y se va.
Vértigo y parto.
Los niños de la nieve no lo entienden.
no entienden este lugar que dejamos para siempre
cada día, para no volver, cada día.
Le cedemos al lugar todo su sitio, reducimos
cada vez incluso el tiempo, pensamos que es
mejor así, que nunca nos pertenece, lo dejamos
crecer, hacerse viejo, tirarse pedos en libertad
y nos vamos sabiendo que no se puede volver.
Cuando volvemos las paredes están llenas
de palabras.
y dame
la trinidad oscura de tu alma,
el cajón extraño de tu cuerpo
y
yo
vivo al otro lado del incendio
ausente
cantando cosas tristes, yo
tan lejos del herrero y sin alma
y un cuerpo amargo
tendré que decir bueno, así es, mi amor,
así es,
y darle
la trinidad oscura de mi alma,
el cajón extraño de mi cuerpo,
mi parábola más alta,
esas cosas que no conozco
y callo.
Me amamanta con sencillez.
Recoge su lengua.
olfatea mis víveres y se va.
Los niños de la nieve no lo entienden.
no entienden este lugar que dejamos para siempre
cada día, para no volver, cada día.
Le cedemos al lugar todo su sitio, reducimos
cada vez incluso el tiempo
nunca nos pertenece, lo dejamos
hacerse viejo, tirarse pedos en libertad
y nos vamos sabiendo que no se puede volver.
Cuando volvemos las paredes están llenas
de palabras.
poesía hiperión
2ª edición 1989
premio de poesía hiperión 1986
III – los versos del eunuco
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