Mi capitán tan, el niño fotofóbico que no leo de lejos

me colgará cuadros feos en las Islas Kllda

cuando hable mi padre con los dueños de las hamacas

al sol del Polo Norte en el paralelo más alto

que no tiene hospitales ni vacunas contra el frío,

pero no te pongas enfermo nunca.

Nos decorarán las playas con adjetivos sin género

de color amarillo bilis, mi incolora idea,

mientras me entretengo en saber si te falta algo,

un nudo en el dedo, una ceja partida

y el discurso repetido para que parezca más intenso,

el discurso repetido de ámote, ámote,

pero no uses las gafas cuando estemos juncos

porque no debo tocarlas o esto pierde efecto,

algo que nadie demostró.

¿No hay fórmula para esto?

¿No hay fórmula para todo esto?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luisa Castro

PREGUNTÓ INSISTENTEMENTE ISOLDA, I

Ballenas

1988

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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