Me visten por dentro cada cinco minutos
no me gustan los trajes que me ponen.
Como el niño que no soy, con los carrillos apretados
para hacerme la raya del pelo, soy obligado a llevarlos.
Me los quito enseguida cuando salgo a la calle,
o eso creo;
y el alma, desnuda, traspasada
como un túnel en ambas direcciones,
respira un humo hasta que se disipa.
Ángel Ferrer
inédito
0 comentarios