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passage of time

 

‘Y allá en el fondo está la muerte, si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa’

—lo dijo el poeta, naturalmente—, que quizá estaba hablando del tiempo, de ese olor a viento quemado por la

velocidad o por el fuego que tiene el tiempo. ‘Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo.’

No acabamos de saber si el tiempo está dentro de nosotros, mezclado con nuestra carne y nuestra sangre,

o más bien está fuera, para que no sucedan a la vez todas las cosas y para que no haya un choque masivo

de actualidades.

Se dice que es inmaterial, incorpóreo, aunque el fulano que lleva abrochado en la muñeca un pesado peluco

de oro a borbotones no piensa lo mismo: hay opiniones para todos los gustos.

También se dice que el tiempo es el deshielo de la muerte, o que la muerte es la congelación del tiempo, pero

para qué suponer una pluralidad si no es realmente necesario: en definitiva, un comienzo no desaparece nunca,

ni siquiera con un final.

El de la foto es un pasaje o un pasadizo señorial del tiempo: con arcadas y soportales en un hermoso corredor

de piedra. ¿Y si más allá, cuando el tiempo acabe, no hay nada nada, sino sólo una intemperie con sus moscas

ardientes y un frío pelón; o sólo hay un asunto fanático y un disparate, y el suelo huele a muerto, y somos otros,

cabezones e inexactos?

Pero no tenga miedo: de momento se abre otro plazo: ‘los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren

regatas, el tiempo se extiende como un abanico y de él brota el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer,

el perfume del pan’ —lo dijo el poeta, naturalmente.

 

 

 

Fotografía de Lee Jeffries, Passage of time


 

 

 

 

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