Se trata del segundo poema de El herido, de El hombre acecha, 1938-39,

que lleva una pequeña dedicatoria: ‘Para el muro de un hospital de sangre’

Lo ha cantado Serrat y más gente, así que supongo que es un poema 

conocido. Los versos que más me impresionaron las primeras veces que

lo escuché fueron, no es de extrañar:

 

           donde unas cuencas vacías amanezcan, 

          ella pondrá dos piedras de futura mirada 

 

Hoy, en cambio, me impresionan todos: todos.

Y los versos que más se han pegado a mi oído, los que me han entrado

hasta allí donde nunca llueve, son estos:

 

          retoñarán aladas de savia sin otoño 

         reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida

 

 

 

 

II

 

Para la libertad sangro, lucho, pervivo. 
Para la libertad, mis ojos y mis manos, 
como un árbol carnal, generoso y cautivo, 
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones 
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, 
y entro en los hospitales, y entro en los algodones 
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos 
de los que han revolcado su estatua por el lodo. 
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, 
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, 
ella pondrá dos piedras de futura mirada 
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan 
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño 
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. 
Porque soy como el árbol talado, que retoño: 
porque aún tengo la vida.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

1 Comentario

  1. angel

    Buff!!! empezamos con el listón alto , por lo que veo.

    Wow

    abrazo

    Ángel

    Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

fatalidad

 

Todo ocurre bajo condiciones estudiadas

 

pinball

 

Rodamos chocando inútilmente entre
la valla del Tiempo y las puertas de la sociedad