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nuno júdice

 

 

el misterio de la belleza

Primera edición, 2010

Universidad Autónoma de Nuevo León

Blanca Luz Pulido,

por la traducción y presentación

 

 

 

 

 

la apariencia mística del

cisne engaña a los creyentes

 

En el cuarto donde colgué el grabado de dos

mujeres desnudas en una fuente, el agua empezó

a escurrir de las vigas del techo. Una nueva

fuente, diría un agnóstico; de hecho, era la

lluvia que caía, y pronto las ninfas se arrojaban

toallas una a la otra para secarse, aunque

las toallas estuvieran empapadas. Pero

el silencio era total en el cuarto, y lo que ellas gritaban,

porque el agua estaba fría, o porque

las toallas eran ásperas, sólo se oía

en mi cabeza. Era posible, claro, que

todo sucediera ahí; y que el agua que escurría del techo

fuera en realidad la luz que surgía de lo

profundo de mi memoria, donde las dos

mujeres desnudas se transformaban en cisnes

que salían del lago y abrían las alas. La pared

del cuarto, sin el grabado, se secó; y de las

vigas del techo surgió otra luz,

parecida a la que yo imaginaba, la misma que ahora

cae en el piso donde me puse a recogerla con

la escoba de la estrofa, para que no se pierda.

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a aparência mística

do cisne engana os crentes

 

Na sala onde pendurei a gravura de duas

mulheres nuas numa fonte, a água começou

a jorrar das madeiras do tecto. Uma nova

nascente, diria um agnóstico; de facto, tratava-se

das águas do céu, e as ninfas em breve atiravam

toalhas uma à outra, para se limparem, embora

as toalhas estivessem encharcadas. Mas

o silêncio era total, na sala, e o que elas gritavam,

ou porque a água estivesse fria, ou porque

as toalhas as magoavam, só se ouvia no fundo

da minha cabeça. Podia ser, por outro lado, que

tudo se passasse aí; e a água que corria do tecto,

na verdade, era como a luz que brotava do

mais fundo da minha memória, onde as duas

mulheres nuas se transformavam nos cisnes

que saíam do lago e abriam as asas. A parede

da sala, sem a gravura, ficou seca; e das

madeiras do tecto soltava-se uma outra luz,

como a que estava na minha cabeça, e agora

caía no chão onde me pus a apanhá-la com

a vassoura da estrofe, para que não se perdesse.

 

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