imagen

 

 

El hombre que hablaba solo en la estación central de múnich

¿qué lengua hablaba? ¿Qué lengua hablan los que se pierden así, en los

andenes de las estaciones de tren, de noche, cuando ya ningún

quiosco vende periódicos y cafés? El hombre de

múnich no me pidió nada, ni tenía el aire de

quien necesitase cosa alguna, esto es, tenía aquel aire

de quien ha llegado al último estado

que es el de quien no necesita ni de sí mismo. Sin embargo,

me habló: en una lengua sin correspondencia con lenguaje

alguno de entre los posibles para expresar emoción

o sentimiento, limitándose a una secuencia de sonidos cuya lógica

la noche contrariaba. ¿Me preguntaría si yo comprendía acaso

su lengua? ¿O quería decirme su nombre y de dónde venía

—en aquella hora en que no estaba ningún tren

ni para llegar ni para partir? Si me hubiera dicho esto,

le hubiera respondido que tampoco yo esperaba a nadie,

ni me despedía de alguien, en aquella esquina de una estación

alemana; pero podría recordarle que hay encuentros que solo dependen

del azar, y que no precisan de un acuerdo previo

para realizarse. — Es entonces cuando los horóscopos adquieren sentido;

y la propia vida, más allá de ellos, da un destino a la soledad que empuja

a alguien a una estación desierta, a la hora en que ya no se compran

periódicos ni se toman cafés, restituyendo un resto de alma al cuerpo

ausente — lo suficiente para que se establezca un diálogo, aunque

ambos seamos la sombra del otro. Es que, a ciertas horas de la noche,

nadie puede garantizar su propia realidad, ni cuando otro,

como yo mismo, ha manifestado toda la soledad del mundo

arrastrada en un deambular de frases sin sentido en una estación muerta.

 

 

 

imagem

 

 

 

 

O homem que falava sozino na estação central de munique

que língua falava? Que língua falam os que se perdem assim, nos

corredores das estações de comboio, à noite, quando já nenhum

quiosque vende jornais e cafés? O homem de

munique não me pediu nada, nem tinha o ar de

quem precisasse de alguma coisa, isto é, tinha aquele ar

de quem chegou ao último estado

que é o de quem não precisa nem de si próprio. No entanto,

falou-me: numa língua sem correspondência com linguagem

alguma de entre as possíveis de exprimirem emoção

ou sentimento, limitando-se a uma sequência de sons cuja lógica

a noite contrariava. Perguntar-me-ia se eu compreendia acaso

a sua língua? Ou queria dizer-me o seu nome e de onde vinha

— àquela hora em que não estava nenhum comboio

nem para chegar nem para partir? Se me disesse isto,

ter-lhe-ia respondido que também eu não esperava ninguém,

nem me despedia de alguém, naquele canto de uma estação

alemã; mas poderia lembrar-lhe que há encontros quesó dependem

do acaso, e que não precisam de uma combinação prévia

para se realizarem. — É então que os horóscopos adquirem sentido;

e a própria vida, para além deles, dá um destino à solidão que empurra

alguém para uma estação deserta, à hora emque já não se compram

jornais nem se tomam cafés, restituindo um resto de alma ao corpo

ausente — o suficiente para que se estabeleça um diálogo, embora

ambos sejamos a sombra do outro. É que, a certas horas da noite,

ninguém pode garantir a sua própria realidade, nem quando outro,

como eu próprio, testemunhou toda a solidão do mundo

arrastada num deambular de frases sem sentido numa estação morta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nuno Júdice

 

Um Canto na Espessura do Tempo, 1992

 

 

 

 

 

 

 


 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

reencuentro

 

y todos lloraremos con ese abrazo,
cada uno por lo suyo.