internet
Por cualquier motivo, un ciudadano medio llega a una página web,
donde tiene que aceptar inmediatamente las cookies para que
se le admita en el sitio. Y la publicidad, tiene que aceptar también
la publicidad, que tal vez sea otra versión de las mismas cookies.
Aunque no es una práctica generalizada, tampoco es infrecuente
que se le proponga —o incluso que se le imponga— la suscripción
al sitio web, lo que significa que, en el futuro, en un futuro de entrada
indefinido, el ciudadano recibirá, en su correo, unas newsletters, que
vienen a ser una actualización constante —diaria, semanal, mensual—
de las noticias y servicios que ofrece la web que ahora nos interesa.
No es preciso señalar que la página en cuestión puede estar en
cualquier idioma, aunque en general se mantiene una política de
preferencia del inglés.
Conviene caer en la cuenta de que el ciudadano, que ha pisado
ese sitio web por primera vez en su vida, todavía no sabe, no sólo
si la web cumplirá algunas o muchas de sus expectativas, sino que
puede encontrarse con que el asunto, el tema del que la web se ocupa
con denuedo y disposición de servicio, no tiene nada, pero nada en
absoluto que ver con lo que andaba buscando.
Se puede añadir, para que resulte más dramático e intolerable,
que el número de páginas web que el ciudadano tendrá que visitar
antes de encontrar aquella que, en alguna medida, pueda serle útil,
puede ser entre 5 y 15 —según una media que calculo como asiduo
a las visitas web—, y no creo que exagere.
Estamos hablando del mejor de los casos, del mejor de los mundos
posibles, porque no es infrecuente —es decir, es frecuente— que
ninguna de las páginas que el ciudadano visite le sirva para nada, y
que, por ello, desista de buscar en esa dirección, abriéndose a otras
posibilidades que, sin embargo, serán sólo una repetición de la que
acabamos de describir de manera no exhaustiva —lo que podría
ser horrendo—, sino sólo con el criterio de la cotidianidad, de lo que
suele pasar en internet en una navegación de búsqueda estándar.
Que dios nos proteja o nos coja confesados, lo que pase antes.
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