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el conejo
Aunque nunca he aprendido a segar
de pronto me vi abriendo camino entre
los tallos de guisante
y los tronchos de coliflor del año pasado
en nuestro jardín de apenas media hectárea.
Mi padre siempre había dejado la piedra de amolar
guardada con esmero
dentro de su vieja gorra de obrero
encima del mismo tablón maltrecho
junto al foso de los desechos.
Este último invierno estaba demasiado enfermo
para trabajar. La guadaña se desafilaba
mucho más aprisa en mis manos
que en las suyas, y se amolaba tan a menudo/
que si la hoja
fue mermando a ojos vista
la piedra había desaparecido por completo
y agazapado dentro de la gorra
había un conejo de orejas pendientes.
Me lanzó por el hueco entre sus dientes
un silbido;
-Me preguntaba, jefe,
si sabe usted la denominación
de las coliflores en ese frío terrón
que aún espera plantar
en un pedazo de tierra
tan poco envidiable.
-Serían de esas de Variedad perdurable
-Eso me había parecido; y sin más se
pavoneó por el trampolín
y saltó. En cuanto cayó al agua
perdió el harapiento
taparrabos por causa
de la jauría en la piscina.
-Métete; el conejo despellejado desfilaba
y hacía cabriolas como la miel por la cuchara:
-Métete, Paddy Muldoon.
Y aunque a nadar no he aprendido
bien a gusto lo hubiera seguido.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]the coney
Although I have never learned to mow
I suddenly found myself half-way trough
last year’s pea-ticks
and cauliflower-stalks
in our half-acre of garden.
My father had always left the whetstone
safely wrapped
in his old, tweed cap
and balance don one particular plank
beside the septic tank.
This past winter he had been too ill
to work. The scythe would dull
so much more quickly in my hands
than his, and was so often honed,
that while the blade
grew less and les a blade
the whetstone had entirely disappeared
and a lop-eared
coney was now curled inside the cap.
He whistled to me through the gap
in his front teeth;
‘I was wondering, chief,
if you happen to know the name
of the cauliflowers in your cold-frame
that you still hope to dibble
in this unenviable
bit of ground?’
They would be All the Year Round’
‘I guessed as much’; with that he swaggered
along the diving-borrad
and jumped. The moment he hit the water
he lost his tattered
bathing-togs
to the swimming – pool’s pack of dogs.
‘Come in’; this flayed
coney would parade
and pirouette like Money on a spoon:
‘Come on in, Paddy Muldoon.’
And although I have a never learned to swim
I would willingly have followed him.
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paul muldoon
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