Fuerte paz tengo
yo. Comba de fuego,
comba de hombre a la manera
de la tormenta inmóvil.
Dentro de mí creció
tanto la música, fue
tan intenso el combate,
que ahora estoy, como un mundo,
en el límite de la fuerza.
Si muriese, si, al pronto,
alguien me diese un
golpe en punta, una
cuchillada de libertad,
la luz se llenaría
de gritos puros y
rojo corazón desmenuzado.
(¡Ah los espacios con
ramos de fuego, lluvias
rojas y veloces, partes
de ira, trozos
de coraje; masa
libre y humana, sangre
convenida a la música!).
Pero no. Pero no. Dulce,
atormentada voz redonda
que mandas en mi con
las manos del mundo, no;
la fuerza que me das
no es para la muerte.
Ahora entiendo la edad
de la crecida, el río
salvaje del dolor,
alguien me alzaba a
esta curva del ansia.
Y, ahora, a la manera
de aquellos astros cuya
mutua tensión sostiene
en paz,
sucia de amor, poned
paz.
¡Ah fuerza de los hombres!
Antonio Gamoneda
Edad
EDICIONES CÁTEDRA 1988
Miguel Casado
Letras Hispánicas
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