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Todo cuanto no es mi alma es para mí, por más que quiera que no lo sea, no más que escenario y

decoración. Un hombre, aunque yo pueda reconocer con el pensamiento que es un ser vivo como yo, ha tenido

siempre, para el que en mí, por serme involuntario, es verdaderamente yo, menos importancia que un árbol, si

el árbol es más bello. Por eso he sentido siempre los movimientos humanos —las grandes tragedias colectivas

de la historia o de lo que hacen de ella— como frisos coloreados, vacíos del alma de los que pasan por ellos.

Nunca me ha pesado lo que de trágico sucediese en la China. Es decoración lejana, aunque en sangre

y peste.

Recuerdo, con tristeza irónica, una manifestación de obreros, hecha no sé con qué sinceridad (pues

me cuesta siempre admitir sinceridad en las cosas colectivas, visto que es el individuo, a solas consigo mismo, el

único ser que siente). Era un grupo compacto y suelto de estúpidos animados que pasó gritando diferentes cosas

ante mi indiferentismo ajeno. Sentí súbitamente una náusea. Ni siquiera estaban suficientemente sucios.

Los que verdaderamente sufren no se hacen plebe, no forman conjunto. Lo que sufre sufre solo. ¡Qué

mal conjunto! ¡Qué falta de humanidad y de dolor! Eran reales y sin embargo increíbles. Nadie haría con ellos un

cuadro de novela, un escenario de descripción. Corrían como la basura por un río, por el río de la vida. Tuve sueño

de verlos, asqueado y supremo.

 

Tudo quanto não é a minha alma é para mim, por mais que eu queira que o não seja, não mais que cenário

e decoração. Um homem, ainda que eu possa reconhecer pelo pensamento que ele é um ente vivo como eu, teve

sempre, para o que em mim, por me ser involuntário, é verdadeiramente eu, menos importância que uma árvore, se

a árvore é mais bela.

Por isso senti sempre os movimentos humanos — as grandes tragédias coletivas da história ou do que dela

fazem — como frisos coloridos, vazios da alma dos que passam neles. Nunca me pesou o que de trágico se passasse

na China. É decoração longínqua, ainda que a sangue e peste.

Relembro, com tristeza irônica, uma manifestação de operários, feita não sei com que sinceridade (pois me

pesa sempre admitir sinceridade nas coisas coletivas, visto que é o indivíduo, a sós consigo, o único ser que sente).

Era um grupo compacto e solto de estúpidos animados, que passou gritando coisas diversas diante do meu indiferentismo

de alheio. Tive subitamente náusea. Nem sequer estavam suficientemente sujos.

Os que verdadeiramente sofrem não fazem plebe, não formam conjunto. O que sofre sofre só. Que mau

conjunto: Que falta de humanidade e de dor! Eram reais e portanto incríveis. Ninguém faria com eles um quadro de

romance, um cenário de descrição. Decorriam como lixo num rio, no rio da vida. Tive sono de vê-los, nauseado e supremo.

 

 

 

Fernando Pessoa

Del español: 

Libro del desasosiego 221

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición

Del portugués:

Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares

© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises

© Editora Brasiliense

2ª edición

 

 

 


 

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. vlad

    Me acabo de dar cuenta de que a veces utilizo la palabra fascinante de una forma muy ligera. Esto sucede porque no me molesto en dar a cada sensación su palabra. Vivimos en un mundo de imprecisión general.
    La consecuencia es que leo fragmentos de Pessoa, piensas en su contexto y en todo lo que le rodeó y pienso: es fascinante. Y la palabra se me queda en la boca como un caramelo sin azúcar a pesar de que es lo que siento. Gran maestro de la precisión.

    Responder
  2. caballo

    ¿Has visto, Vlad? Cuando lo releí, después de cierto tiempo, siguió

    pareciéndome espléndido -o fascinante-. El tipo dice lo que todos

    sabemos pero ni siquiera nos habíamos puesto en el sitio adecuado

    para verlo, de tan evidente.

    Grandísimo Pessoa.

    Narciso

    Responder

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