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Del estudio de la metafísica, (…) pasé a las ocupaciones del espíritu más
violentas para el equilibrio de los nervios. Gasté aterrorizadas noches inclinado
sobre volúmenes de místicos y de cabalistas, que nunca tenía paciencia para leer
del todo de otra manera que intermitentemente trémulo y (…)
Los ritos y las razones de los Rosacruces, la simbología (…) de la Cabala y
de los Templarios (…) —sufrí durante mucho tiempo la cercanía de todo eso. Y
llenaron la fiebre de mis días especulaciones venenosas, de la razón demoníaca de
la metafísica —la magia (…) la alquimia— y extraje un falso estímulo vital de
sensación dolorosa y presciente de estar siempre como al borde de saber un
misterio supremo. Me perdí por los sistemas secundarios, excitados, de la
metafísica, sistemas llenos de analogías perturbadoras, de trampas para la lucidez,
que disponen paisajes misteriosos donde reflejos de lo sobrenatural despiertan
misterios en los contornos.
Envejecí por las sensaciones… Me gasté disfrutando de los pensamientos… Y
mi vida pasó a ser una fiebre metafísica, siempre descubriendo sentidos ocultos en
las cosas, jugando con el fuego de las analogías misteriosas, procrastinando la
lucidez integral, la síntesis normal para […]se.
Caí en una compleja indisciplina cerebral, llena de indiferencias. ¿Dónde me
refugié? Tengo la impresión de que no me refugié en ninguna parte. Me abandoné
pero no sé a qué.
Concentré y limité mis deseos, para poder elaborarlos mejor. Para llegar al
infinito, y creo que se puede llegar allí, es preciso que tengamos un puerto, uno
sólo, firme, y partir de él hacia lo Indefinido.
Hoy soy ascético en mi religión de mí mismo. Una jícara de café, un cigarro
y mis sueños substituyen bien al universo y a sus estrellas, al trabajo, al amor,
hasta a la belleza y a la gloria. Casi no tengo necesidad de estímulos. Opio tengo yo
en el alma.
¿Qué sueños tengo? No lo sé. Me he esforzado en llegar a un punto donde no
sepa ya en qué pienso, en qué sueño, qué visiones tengo. Me parece que sueño
cada vez desde más lejos, que cada vez sueño más lo vago, lo impreciso, lo no
susceptible de visiones.
No tengo teorías respecto a la vida. Si es buena o mala, no lo sé, no lo
pienso. A mis ojos es dura y triste, con sueños deliciosos por medio. ¿Qué me
importa lo que es para los demás?
La vida de los demás sólo me sirve para vivirle a cada uno la vida que me
parece que les conviene en mi sueño.
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Do estudo da metafísica, das ciências, passei a ocupações de espírito mais
violentas para o equilíbrio dos meus nervos. Gastei apavoradas noites debruçado
sobre volumes de místicos e de cabalistas, que nunca tinha paciência para ler de
todo, de outra maneira que não intermitentemente, trémulo e . Os ritos e as razões
dos Rosa-Cruz, a simbólica da Cabala e dos Templários, – sofri durante tempos a
opressão de tudo isso. E encheram a febre dos meus dias especulações venenosas,
da razão demoníaca da metafísica – a magia, a alquimia – extraindo um falso
estímulo vital de sensação dolorosa e presciente de estar como que sempre à beira
de saber um mistério supremo. Perdi-me pelos sistemas secundários, excitados, da
metafísica, sistemas cheios de analogias perturbantes, de alçapões para a lucidez,
grandes paisagens misteriosas onde reflexos de sobrenatural acordam mistérios nos
contornos.
Envelheci pelas sensações… Gastei-me gerando os pensamentos… E a minha
vida passou a ser uma febre metafísica, sempre descobrindo sentidos ocultos nas
coisas, brincando com o fogo das analogias misteriosas, procrastinando a lucidez
integral, a síntese normal para se denegrir [?].
Caí numa complexa indisciplina cerebral, cheia de indiferenças. Onde me
refugiei? Tenho a impressão de que não me refugiei em parte nenhuma.
Abandonei-me, mas não sei a quê.
Concentrei e limitei os meus desejos, para os poder requintar melhor.
Para se chegar ao infinito, e julgo que se pode lá chegar, é preciso termos um
porto, um só, firme, e partir dali para Indefinido.
Hoje sou ascético na minha religião de mim. Uma chávena de café, um cigarro
e os meus sonhos substituem bem o universo e as suas estrelas, o trabalho, o amor,
até a beleza e a glória. Não tenho quase necessidade de estímulos. Ópio tenho-o eu
na alma.
Que sonhos tenho? Não sei. Forcei-me por chegar a um ponto onde nem saiba
já em que penso, com que sonho, o que visiono. Parece-me que sonho cada vez de
mais longe, que cada vez mais sonho o vago, o impreciso, o invisionável.
Não faço teorias a respeito da vida. Se ela é boa ou má não sei, não penso.
Para meus olhos é dura e triste, com sonhos deliciosos de permeio. Que me importa
o que ela é para os outros!
A vida dos outros só me serve para eu lhes viver, a cada um a vida que me
parece que lhes convém no meu sonho.
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Libro del desasosiego
Fernando Pessoa
Traducción del portugués, organización,
introducción y notas de Ángel Crespo
Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997
Barcelona (España)
Edición especial para Ediciones de Bolsillo, S. A.
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Livro do Desassossego
Fernando Pessoa
Composto por Bernardo Soares,
ajudante de Guarda-livros na cidade de Lisboa
Formatado pelo Grupo Papirolantes
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