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No sé lo que es el tiempo. No sé cuál es su verdadera medida, si tiene alguna.
La del reloj sé que es falsa: divide al tiempo espacialmente, por fuera. La de las emociones sé también que es falsa: divide, no al tiempo, sino a la sensación de él. La de los sueños es errónea: en ellos rozamos al tiempo, una vez prolongadamente, otra vez deprisa, y lo que vivimos es apresurado o lento conforme alguna propiedad del decorrer cuya naturaleza ignoro.

Creo, a veces, que todo es falso, y que el tiempo no es más que la moldura para encuadrar lo que le es extraño. En el recuerdo que tengo de mi vida pasada, los tiempos están dispuestos en niveles y planos absurdos, siendo yo más joven en determinado episodio de los quince años solemnes que en otro de la infancia sentada entre juguetes.

Se me enmaraña la conciencia si pienso en estas cosas. Presiento un error en todo esto; no sé, sin embargo, a qué lado cae. Es como si presenciase una especie de prestidigitación, donde, por ser tal, me supiese engañado, aunque no concibiese cuál es la técnica, o la mecánica, del engaño.

Me asaltan, entonces, pensamientos absurdos, que no consigo sin embargo rechazar como absurdos del todo. Pienso si un hombre que medita despacio dentro de un coche que va deprisa está yendo deprisa o despacio. Pienso si serán iguales las velocidades idénticas con que caen en el mar el suicida y el que ha perdido el equilibrio en la explanada. Pienso si son realmente sincrónicos los movimientos, que ocupan el mismo tiempo, mediante los cuales fumo un cigarrillo, escribo este fragmento y pienso oscuramente.

De dos ruedas en el mismo eje podemos pensar que hay una que está siempre más delante, aunque sea unas fracciones de milímetro. Un microscopio exageraría esta dislocación hasta convertirla en casi increíble, imposible si no fuese real. ¿Y por qué no ha de tener razón contra mi vista el microscopio? ¿Son consideraciones inútiles? Bien lo sé. ¿Son ilusiones de la consideración? Lo concedo. ¿Qué es, sin embargo, esto que nos mide sin medida y nos mata sin ser? Y es en estos momentos, en que no sé si el tiempo existe, cuando siento como una persona y tengo ganas de dormir.

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23-5-1932

 

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Não sei o que é o tempo. Não sei qual a verdadeira medida que ele tem, se tem alguma.
A do relógio sei que é falsa: divide o tempo espacialmente, por fora. A 
das emoções sei também que é falsa: divide, não o tempo, mas a sensação dele. A dos sonhos é errada; neles roçamos o tempo, uma vez prolongada- mente, outra vez depressa, e o que vivemos é apressado ou lento conforme qualquer coisa do decorrer cuja natureza ignoro.

Julgo, às vezes, que tudo é falso, e que o tempo não é mais do que uma moldura para enquadrar o que lhe é estranho. Na recordação, que tenho da minha vida passada, os tempos estão dispostos em níveis e planos absurdos, sendo eu mais jovem em certo episódio dos quinze anos solenes que em outro da infância sentada entre brinquedos.

Emaranha-se-me a consciência se penso nestas coisas. Pressinto um erro em tudo isto; não sei, porém, de que lado está. É como se assistisse a uma sorte de prestidigitação, onde, por ser tal, me soubesse enganado, porém não concebesse qual a técnica, ou a mecânica, do engano.

Chegam-me, então, pensamentos absurdos, que não consigo todavia repelir como absurdos de todo. Penso se um homem que medita devagar dentro de um carro que segue depressa está indo depressa ou devagar. Penso se serão iguais as velocidades idênticas com que caem no mar o suicida e o que se desequilibrou na esplanada. Penso se são realmente sincrónicos os movimentos, que ocupam o mesmo tempo, em os quais fumo um cigarro, escrevo este trecho e penso obscuramente.

De duas rodas no mesmo eixo podemos pensar que há sempre uma que estará mais adiante, ainda que seja fracções de milímetro. Um microscópio exageraria este deslocamento até o tornar quase inacreditável, impossível se não fosse real. E por que não há o microscópio de ter razão contra a má vista? São considerações inúteis? Bem o sei. São ilusões da consideração? Concedo. Que coisa, porém, é esta que nos mede sem medida e nos mata sem ser? E é nestes momentos, em que nem sei se o tempo existe, que o sinto como uma pessoa, e tenho vontade de dormir.

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Libro del desasosiego

Fernando Pessoa

Traducción del portugués, organización,

introducción y notas de Ángel Crespo

Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Barcelona (España)

Edición especial para Ediciones de Bolsillo, S. A.

 

Livro do Desassossego

Fernando Pessoa

Composto por Bernardo Soares,

ajudante de Guarda-livros na cidade de Lisboa

Formatado pelo Grupo Papirolantes


 

 

 

 

1 Comentario

  1. angel

    Buff, este trocico de Pessoa es tremendo!!!

    Ángel

    Responder

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