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Là-bas, Je Ne Sais Où…
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Véspera de viagem, campainha…
Não me sobreavisem estridentemente!
Quero gozar o repouso
da gare da alma que tenho
Antes de ver avançar para
mim a chegada de ferro
Do comboio definitivo,
Antes de sentir a partida verdadeira
nas goelas do estômago,
Antes de pôr no estribo um pé
Que nunca aprendeu a não ter emoção
sempre que teve que partir.
Quero, neste momento, fumando
no apeadeiro de hoje,
Estar ainda um bocado
agarrado à velha vida.
Vida inútil, que era melhor deixar,
que é uma cela?
Que importa?
Todo o Universo é uma cela, e o estar preso
não tem que ver com o tamanho da cela.
–
Sabe-me a náusea próxima o cigarro.
O comboio já partiu da outra estação…
Adeus, adeus, adeus, toda a gente que
não veio despedir-se de mim,
Minha família abstrata e impossível…
Adeus dia de hoje,
adeus apeadeiro de hoje,
adeus vida, adeus vida!
Ficar como um volume rotulado esquecido,
Ao canto do resguardo de passageiros
do outro lado da linha.
Ser encontrado pelo guarda
casual depois da partida —
«E esta?
Então não houve um tipo que deixou isto aqui?» —
Ficar só a pensar em partir,
Ficar e ter razão,
Ficar e morrer menos…
–
Vou para o futuro como para um exame difícil.
Se o comboio nunca chegasse e Deus
tivesse pena de mim?
–
Já me vejo na estação
até aqui simples metáfora.
Sou uma pessoa perfeitamente apresentável.
Vê-se — dizem — que tenho
vivido no estrangeiro.
–
Os meus modos são de homem educado,
evidentemente.
Pego na mala, rejeitando o moço,
como a um vicio vil.
E a mão com que pego
na mala treme-me e a ela.
–
Partir!
Nunca voltarei,
Nunca voltarei porque nunca se volta.
O lugar a que se volta é sempre outro,
A gare a que se volta é outra.
Já não está a mesma gente,
nem a mesma luz,
nem a mesma filosofia.
–
Partir! Meu Deus, partir!
Tenho medo de partir!…
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Là-bas, Je Ne Sais Où…
–
Víspera de viaje, campanilla…
¡No me avisen con excesiva estridencia!
Quiero disfrutar del reposo de la estación
del alma que tengo
antes de ver avanzar hacia
mí la llegada de hierro
del tren definitivo,
antes de sentir la partida verdadera
en la boca del estómago,
antes de poner en el estribo un pie
que nunca aprendió a
no emocionarse siempre
que tuvo que partir.
Quiero, en este momento, fumando
en el apeadero de hoy,
seguir todavía un poco agarrado
a la antigua vida.
Vida inútil, que sería mejor dejar,
¿que es una celda?
¿Qué importa?
Todo el Universo es una celda,
y estar preso no tiene que ver
con el tamaño de la celda.
–
Me sabe a náusea próxima el pitillo.
El tren ya partió de la otra estación…
Adiós, adiós, adiós, a todos los que
no vinieron a despedirse de mí,
mi familia abstracta e imposible…
¡Adiós día de hoy, adiós apeadero de hoy,
adiós vida, adiós vida!
Quedarme como un bulto
con etiqueta olvidado,
en un rincón del resguardo de
pasajeros del otro lado de la vía.
Ser encontrado por el guarda casual
después de la partida
«¿Y ésta?
¿Se la habrá dejado un tipo aquí?» –
Quedarse pensando solo en partir,
quedarse y tener razón,
quedarse y morir menos…
–
Voy hacia el futuro como
hacia un examen difícil.
¿Si el tren nunca llegara y
Dios se apiadara de mí?
–
Ya me veo en la estación
hasta aquí simple metáfora.
Soy una persona perfectamente presentable.
Se nota -dicen- que he vivido en el extranjero.
–
Mis modales son de hombre educado,
evidentemente.
Tomo la maleta, rechazando al mozo,
como a un vicio vil.
Y la mano con que tomo la maleta
me tiembla y a ella.
–
¡Partir!
Nunca volveré,
Nunca volveré porque nunca se vuelve.
El lugar al que se vuelve siempre es otro,
la estación a la que se vuelve es otra.
Ya no está la misma gente, ni la misma luz,
ni la misma filosofía.
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¡Partir! ¡Dios mío, partir!
¡Me da miedo partir!…
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Álvaro de Campos
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Là-bas, je ne sais où
Poemas
Antología de Álvaro de Campos
Alianza Editorial 2008
Madrid
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