Conozco un pueblo –no lo olvidaré–

que tiene un cementerio demasiado grande.

Hay en mi tierra un pueblo sin ventura

porque el cementerio es demasiado grande.

Sólo hay cuarenta almas en el pueblo.

No sé para qué tanto cementerio.

Cierto año la gente empezó a irse

y en muchas casas no quedaba nadie.

El año que la gente empezó a irse

en muchas casas no quedaba nadie.

Se llevaban los hijos y las camas.

Tenían que matar los animales.

El cementerio ya no tiene puertas

y allí entran y salen las gallinas.

El cementerio ya no tiene puertas

y salen al camino las ortigas.

Parece que saliera el cementerio

a los huertos y a las calles vacías.

Conozco un pueblo. No lo olvidaré.

Ay, en mi tierra sin ventura,

no olvidaré a mi pueblo.

¡Qué mala cosa es haber hecho

un cementerio demasiado grande!

 

 

 

 

 

 


Antonio Gamoneda

Blues del cementerio

Blues castellano

S. L. Bartleby Editores 

Madrid 2007

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

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