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Pez
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Nuestro plato favorito requería cierta preparación.
Mi abuela abría el pescado en vertical, leyendo mi futuro.
Sobre la superficie herida distribuía su relleno, con cuidado:
las marcas de la muerte no deben infectarse.
Mientras, ella me hablaba. Yo aún era pequeña; había vuelto del colegio,
preguntaba qué había de almorzar, relamía mis gracias y decía:
peces como los del verano. Por entonces hacía frío. Y al terminar de comer
nos sentábamos juntas, veíamos la televisión juntas,
respirábamos juntas cada tarde.
Vivir era costumbre de las dos,
y en verano me enfadaba al verla caminar
orilla arriba
orilla abajo:
yo me enfadaba porque temía perderla en una ola,
o que se resfriase, o simplemente estar lejos de ella unos minutos.
Al volver, me sentaba en su hamaca y me ayudaba a limpiarme la arena de los pies,
a buscar mis ceras en la bolsa, a despegarme la sal y las legañas.
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El invierno es, ahora, amable en esta casa.
Al entrar he querido encontrarte tranquila, repitiendo tus historias,
sonriendo al recordar los buenos tiempos, como siempre,
siguiendo las costumbres de mi infancia.
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Pero ahora no estás. Las dos ya no vivimos, y el frío me agarra
por la espalda y me golpea, recuerda tantas cosas que vuelvo a tener miedo,
y mis ojos
resbalan en mis manos
húmedos
como el pez del invierno.
Elena Medel
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Pez
De Tara, DVD, 2006
lasafinidadeselectivas.blogspot.com/2007/02/elena-medel.html
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