lamento por el ciruelo de cab cunningham

cab cunningham tenía cincuenta años y un ciruelo

cuando descubrió la maldad

los ojos se le pusieron verdes la boca gris y azul alternativamente

daba señales como al empezar el día

eso no es todo:

del vientre le empezaron a subir vientos que lo hacían volar

y girar alrededor del planeta y de su casa

como un alma maldita o en pena que trabajara a todo tren

¡oh! cab cunningham no se hacía ninguna ilusión

con lágrimas secas regaba el ciruelo

que florecía de espaldas al asunto

peleando con los pájaros que lo venían a romper

eso daba música que cab cunningham escuchaba a la tarde a modo de consuelo

entre ciruelo y pájaros había una especie de tratado o misión

y prolongaban temores ruidos

miedos luchas elecciones furias

“¡oh cab!” solía decir cab

“he aquí que las casualidades que organizan tu cuerpo

son como los monos santos de Panini

caprichosos y verdaderos tristes

decía cab cunningham y más

“oh carbono y nitrógeno detenidos por mí” decía

“¿oro serán ahora que termine? ¿adónde irán ustedes huesos

o carne sangre ojo perfil dientes que era?”

nunca se supo adónde fueron o

qué fue de la congoja de cab cunningham los viernes por la tarde

cuando era hermoso y parecía encenderse

bajo el cielo imparcial

pero se supo lo siguiente:

toda la biología atada por cab cunningham

crepitó libre cuando murió

y ahí el ciruelo se detuvo

nunca más trabajó con los pájaros

nunca más hizo ruido, ciruelito

 

 

 

Juan Gelman

lamento por el ciruelo de cab cunningham

Los poemas de Sidney West

Traducciones III (1968-1969)

Seix Barral / Poesía Breve

1994

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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