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Era mi dolor tan alto,
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.
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¡Qué pequeños resultaban
los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
de tela blanca y cabellos.
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Si derribaran mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.
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Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso.
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Manuel Altolaguirre
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Era mi dolor tan alto
Altolaguirre: poesías completas, 3ª edición
Editorial Cátedra
Madrid 2006
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