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Greed
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My ocean town struggles
to pick up leaves,
offer summer school,
and keep our library open.
Every day now
more men stand
at the railroad station,
waiting to be chosen for work.
Because it’s thought
the Hispanics will work for less
they get picked first,
while the whites and blacks
avoid the terror
in one another’s eyes.
Our handyman, Santos,
who expects only
what his hands earn,
is proud of his half acre in Guatemala,
where he plans to retire.
His desire to proceed with dignity
is admirable, but he knows
that now no one retires,
everyone works harder.
My father imagined a life
more satisfying than the one
he managed to lead.
He didn’t see himself as uneducated,
thwarted, or bitter,
but soon-to-be rich.
Being rich was his right, he believed.
Happiness, I used to think,
was a necessary illusion.
Now I think it’s just
precious moments of relief,
like dreams of Guatemala.
Sometimes, at night,
in winter, surrounded by
the significant silence
of empty mansions,
which once were cottages,
where people lived their lives,
and now are owned by banks
and the absent rich,
I like to stand at my window,
looking for a tv’s futile flickering,
always surprised to see
instead
the quaint, porous face
of my reflection,
immersed
in its one abundance.
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avaricia
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Mi ciudad de la costa se esfuerza
en recoger las hojas,
ofrecer cursos de verano,
y mantener la biblioteca abierta.
Cada día
más hombres aguardan
en la estación de tren,
esperando a que los contraten.
Puesto que la creencia
es que los hispanos trabajarán por menos
los escogen primero,
mientras los blancos y los negros
esquivan el terror
en los ojos de unos y otros.
Nuestro chapuzas, Santos,
que cuenta solamente
con lo que sus manos le consigan,
está orgulloso de su medio acre en Guatemala,
donde planea jubilarse.
Su deseo de proceder con dignidad
es admirable, pero bien sabe
que ahora ya nadie se jubila,
solo se trabaja más duro.
Mi padre se imaginó una vida
más satisfactoria que aquella
que al final logró llevar.
No se veía como alguien inculto,
frustrado, o amargado,
sino como alguien a-punto-de ser rico.
Creía que hacerse rico era su derecho.
La felicidad, solía pensar yo,
es una ilusión necesaria.
Ahora pienso que son solo
valiosos instantes de alivio,
como soñar con Guatemala.
Algunas veces, por la noche,
en invierno, rodeado por
el elocuente silencio
de las mansiones vacías,
que fueron una vez pequeñas casas
en las que la gente vivía sus vidas,
y son ahora propiedad de los bancos
y los ricos ausentes,
me gusta permanecer en la ventana,
buscando el inútil parpadeo de una tele,
siempre sorprendido de ver
en su lugar
el singular, poroso rostro
de mi propio reflejo,
absorto
en su única abundancia.
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Philip Schultz
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Source: Poetry
July/August 2013
Traducción de Andrés Catalán
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