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a miss x, enterrada en el viento del oeste
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¡Ah, Miss X, Miss X: 20 años!

Blusas en las ventanas,

los peluqueros

lloran sin tu melena

– fuego rubio cortado-.

¡Ah, Miss X, Miss X sin sombrero,

alba sin colorete,

sola,

tan libre,

tú,

en el viento!

No llevabas pendientes.

Las modistas, de blanco, en los balcones,

perdidas por el cielo.

– ¡A ver!

¡Al fin!

¿Qué?

¡No!

Sólo era un pájaro,

no tú,

Miss X niña.

El barman, ¡oh, qué triste!

(Cerveza.

Limonada.

Whisky.

Cocktail de ginebra.)

Ha pintado de negro las botellas.

Y las banderas,

alegrías del bar,

de negro, a media asta.

¡Y el cielo sin girar tu radiograma!

Treinta barcos,

cuarenta hidroaviones

y un velero cargado de naranjas,

gritando por el mar y por las nubes.

Nada.

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¡Ah, Miss X! ¿Adónde?

S. M. el Rey de tu país no come.

No duerme el Rey.

Fuma.

Se muere por la costa en automóvil.

Ministerios,

Bancos del oro,

Consulados,

Casinos,

Tiendas,

Parques,

cerrados.

Y, mientras, tú, en el viento

– ¿te aprietan los zapatos?-,

Miss X, de los mares

– di, ¿te lastima el aire?-.

¡Ah, Miss X, Miss X, qué fastidio!

Bostezo.

Adiós…

Good bye…

(Ya nadie piensa en ti. Las mariposas

de acero,

con las alas tronchadas,

incendiando los aires,

fijas sobre las dalias

movibles de los vientos.

Sol electrocutado.

Luna carbonizada.

Temor al oso blanco del invierno.

Veda.

Prohibida la caza

marítima, celeste,

por orden del Gobierno.

Ya nadie piensa en ti, Miss X niña.)

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Rafael Alberti

A Miss X, enterrada en el viento del oeste

Antología comentada

Edición de María Asunción Mateo

Ediciones de la Torre

Madrid, 1990

 

 

 

 

 

 


 

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