–
[ezcol_1half]–
–
los cisnes de harley
–
–
Lo estoy intentando de nuevo. Un hombre tiene que empezar
de cero una y otra vez. Intentar pensar y sentir sólo en
un espacio muy concreto, la casa de la calle, el hombre de la
esquina del drugstore…
–
(Sherwood Anderson, de una carta)
–
–
Anderson, pensé en ti esta tarde mientras perdía
el tiempo frente al drugstore.
Agarrado al sombrero por el viento y buscando
calle abajo con la mirada mi juventud. Me acordé de mi padre
cuando me llevaba a cortar el pelo-
–
aquel estante de la pared lleno de cornamentas
junto al calendario con la foto de una trucha
arcoiris que brillaba saliendo del agua
con un anzuelo en la boca. Mi madre.
Cuando me llevaba a escoger la ropa
para el colegio. Aquellos momentos embarazosos
porque necesitaba comprar en tiendas de adultos
debido a mi talla de pantalones y camisas.
Nadie, por entonces, que me quisiera,
el chico más gordo de la manzana, excepto mis padres.
–
Dejé de mirar y entré.
Cuando puse bajo el grifo del sifón la coca-cola
tuve una especie de revelación.
Esa parte siempre es fácil.
Lo duro es lo que viene luego.
No me acordé más de ti, Anderson.
Viniste y te fuiste en un instante.
Me acordé, allí junto al grifo del sifón,
de los cisnes de Harley. No sé cómo llegaron
hasta allí. Pero una mañana que conducía
su autobús escolar por la carretera principal
se encontró con 21 cisnes recién llegados
de Canadá. Sobre una charca
en el terreno de una granja. Acercó el autobús
hasta el stop y tanto él como los escolares
los observaron durante un rato y se sintieron bien.
Terminé la coca-cola y conduje de vuelta a casa.
Casi había oscurecido del todo. La casa
vacía y en silencio. Así es como
siempre quise que estuviera.
El viento había soplado mucho todo el día.
–
Alejando o acercando las cosas.
Pero aún esa sensación de vergüenza y de pérdida.
Aunque el viento haya cesado ahora
y esté a punto de salir la luna, como
las demás noches.
Estoy aquí, en mi casa. Y quiero intentarlo de nuevo.
Tú lo entiendes mejor que nadie, Anderson.
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
–
–
Harley’s swans
–
–
I ‘m trying again. A man has to begin
over and over —to try to think and feel
only in a very limited field, the house
on the street, the man at the corner drug store…
–
(Sherwood Anderson , from a letter)
–
–
Anderson, I thought of you when I loitered
in front of the drug store this afternoon.
Held onto my hat in the wind and looked down
the street for my boyhood. Remembered my dad
taking me to get haircuts
–
II that rack of antlers mounted on a wall
next to the calendar picture of a rainbow
trout leaping clear of the water
with a hook in its jaw. My mother.
How she went with me to pick out
school clothes. That part embarrassing
Because I needed to shop in men’s wear
for man-sized pants and shirts.
Nobody, then, who loved me,
he fattest kid on the block, except my parents.
–
So I quit looking and went inside.
Had a Coke at the soda fountain
where I gave some thought to betrayal.
How that part always came easy.
It was what came after that was hard.
I didn’t think about you anymore, Anderson.
You’d come and gone in an instant.
But I remembered, there at the fountain,
Harley’s swans. How they got there
I don’t know. But one morning he was taking
his school bus along a country road
when he came across 21 of them just down
from Canada. Out on this pond
in a farmer’s field. He brought his school bus
to a stop, and then he and his grade-schoolers
just looked at them for a while and felt good.
–
I finished the Coke and drove home.
It was almost dark now. The house
quiet and empty. The way
I always thought I wanted it to be.
The wind blew hard all day.
Blew everything away, or nearly.
But still this feeling of shame and loss.
Even though the wind ought to lay now
and the moon come out soon, if this is
anything like the other nights.
I’m here in the house. And I want to try again.
You, of all people, Anderson, can understand.
[/ezcol_1half_end]
–
Raymond Carver
–
Los cisnes de Harley
Todos nosotros
Poesía reunida
S. L. Bartleby Editores
2006, 3ª edición
Velilla de San Antonio
Selección, traducción y prólogo de Jaime Priede
Original: Collected poems
The Harvill Press
Londres 1996
–
0 comentarios