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La poesía es casi nada. Pero nos hace posibles.
Toda poesía es poesía de amor, porque toda poesía
se hace a la intemperie nocturna del amor.
No hay condiciones para la poesía, salvo el hombre.
Los muertos tal vez puedan hablar, pero no hay poesía de muertos.
La poesía es un lenguaje y hasta quizá una vida entre soledades.
Empieza casi al final de las palabras.
Es la sinceridad de lo que no conocemos.
Una arena tan sensible que registra la edad de nuestra sombra.
La poesía no sabe nada de moral, pero es la más alta moral.
La poesía también es una postergación del apogeo de la palabra,
pero en el único lugar donde la palabra no sufre.
Entre quien da y quien recibe, entre quien habla y quien oye,
hay una eternidad sin consuelo. El poeta lo sabe.
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Mario Morales
Dieter Kasparek
Roberto Juarroz
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Algo sobre la poesía
De Poesía = Poesía, número 2, abril de 1959
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1
Los pedazos recuerdan siempre.
Por eso los bordes de los pedazos tiemblan.
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2
Tomar una cosa, mata algo. No tomarla, también.
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3
Mi pensamiento es lo que está tan cerca que no puedo tocarlo.
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4
A veces encuentro todo tan lleno de ser, que casi no hallo lugar para ser.
Y a veces encuentro todo tan vacío de ser,
que casi me da vergüenza ser.
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5
Dios es la posibilidad de un insomnio eterno.
Si alguien pudiera no dormirse, sería dios.
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6
No podemos saber del todo qué es el pensamiento, qué somos,
porque no podemos saber del todo qué es el no pensamiento,
qué no somos.
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7
El hielo parece una piedra. El hombre parece un dios.
Pero el hombre y el hielo tienen prisa.
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8
Vivir, se puede en cualquier parte.
Morir, no debiera poderse.
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9
Era una puerta que se abría sola.
Y era otra puerta que se cerraba sola.
De las dos se formó una puerta que no se pudo abrir ni cerrar.
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10
Me quedé mirando tus ojos cerrados. Y te despertaste.
No quiero ahora mirar tus ojos abiertos: podrías dormirte.
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11
Si yo fuera el portador de la luz, también me escondería.
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12
A veces pareciera no bastarme olvidar una cosa
y tengo que volver a olvidarla en el olvido.
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13
Una hoja en el árbol, justifica al árbol.
Pero un árbol sin hojas lo justifica todo.
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14
En una calle, un hombre esperaba que pasara alguien.
Y no pasaba nadie.
El esperó, esperó. Y no pasó nadie. Entonces salió huyendo.
Y tampoco encontró a nadie.
Aquel hombre terminó por darse cuenta: él era nadie.
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15
No veo salidas. Sólo veo algunas entradas.
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Roberto Juarroz
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Pensamientos verticales
De Poesía = Poesía, número 3, agosto de 1959
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