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nocturno de la alcoba
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La muerte toma siempre la forma de la alcoba
que nos contiene.
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Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa,
se pliega en las cortinas en que anida la sombra,
es dura en el espejo y tensa y congelada,
profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca.
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Los dos sabemos que la muerte toma
la forma de la alcoba, y que en la alcoba
es el espacio frío que levanta
entre los dos un muro, un cristal, un silencio.
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Entonces sólo yo sé que la muerte
es el hueco que dejas en el lecho
cuando de pronto y sin razón alguna
te incorporas o te pones de pie.
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Y es el ruido de hojas calcinadas
que hacen tus pies desnudos al hundirse en la alfombra.
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Y es el sudor que moja nuestros muslos
que se abrazan y luchan y que, luego, se rinden.
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Y es la frase que dejas caer, interrumpida.
Y la pregunta mía que no oyes,
que no comprendes o que no respondes.
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Y el silencio que cae y te sepulta
cuando velo tu sueño y lo interrogo.
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Y solo, sólo yo sé que la muerte
es tu palabra trunca, tus gemidos ajenos
y tus involuntarios movimientos oscuros
cuando en el sueño luchas con el ángel del sueño.
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La muerte es todo esto y más que nos circunda,
y nos une y separa alternativamente,
que nos deja confusos, atónitos, suspensos,
con una herida que no mana sangre.
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Entonces, sólo entonces, los dos solos, sabemos
que no el amor sino la oscura muerte
nos precipita a vernos cara a cara a los ojos,
y a unirnos y a estrecharnos, más que solos y náufragos,
todavía más, y cada vez más, todavía.
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Xavier Villaurrutia
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nocturno de la alcoba
Nostalgia de la muerte
Obra poética, Hiperión, Madrid, 2006
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