[ezcol_1half]
eileen myles
versión de andrea rivas
peanut butter
I am always hungry
& wanting to have
sex. This is a fact.
If you get right
down to it the new
unprocessed peanut
butter is no damn
good & you should
buy it in a jar as
always in the
largest supermarket
you know. And
I am an enemy
of change, as
you know. All
the things I
embrace as new
are in
fact old things,
re-released: swimming,
the sensation of
being dirty in
body and mind
summer as a
time to do
nothing and make
no money. Prayer
as a last re-
sort. Pleasure
as a means,
and then a
means again
with no ends
in sight. I am
absolutely in opposition
to all kinds of
goals. I have
no desire to know
where this, anything
is getting me.
When the water
boils I get
a cup of tea.
Accidentally I
read all the
works of Proust.
It was summer
I was there
so was he. I
write because
I would like
to be used for
years after
my death. Not
only my body
will be compost
but the thoughts
I left during
my life. During
my life I was
a woman with
hazel eyes. Out
the window
is a crooked
silo. Parts
of your
body I think
of as stripes
which I have
learned to
love along. We
swim naked
in ponds &
I write be-
hind your
back. My thoughts
about you are
not exactly
forbidden, but
exalted because
they are useless,
not intended
to get you
because I have
you & you love
me. It’s more
like a playground
where I play
with my reflection
of you until
you come back
and into the
real you I
get to sink
my teeth. With
you I know how
to relax. &
so I work
behind your
back. Which
is lovely.
Nature
is out of control
you tell me &
that’s what’s so
good about
it. I’m immoderately
in love with you,
knocked out by
all your new
white hair
why shouldn’t
something
I have always
known be the
very best there
is. I love
you from my
childhood,
starting back
there when
one day was
just like the
rest, random
growth and
breezes, constant
love, a sand-
wich in the
middle of
day,
a tiny step
in the vastly
conventional
path of
the Sun. I
squint. I
wink. I
take the
ride.
mantequilla de maní
Siempre tengo hambre
y ganas de tener
sexo. Esto es un hecho.
Si te tragas
la nueva
mantequilla de maní
no procesada sabe
a mierda deberías
comprarla en un frasco, como
siempre, en el
supermercado más grande
que conozcas. Y
yo soy enemiga
del cambio, como
ya sabes. Todas
las cosas que
acepto como nuevas
son en
realidad cosas viejas,
relanzadas: nadar,
la sensación de
estar sucia en
cuerpo y alma,
el verano como un
tiempo para no
hacer nada y no hacer
dinero. Rezar
como último re
curso. El placer
como medio,
y luego un
medio otra vez
sin fin a la vista. Estoy
en total oposición
a cualquier tipo de
meta. No tengo
deseo de saber
a dónde, cualquier cosa
me lleva.
Cuando hierve
el agua tomo
una taza de té.
Por accidente
leo todos los
trabajos de Proust.
Era verano
yo estaba ahí
y él también.
Escribo porque
me gustaría
ser utilizada en
los años después
de mi muerte. No
solo mi cuerpo
será composta
sino los pensamientos
que dejé durante
mi vida. Durante
mi vida fui
una mujer con
ojos almendrados. Afuera
de la ventana
hay un silo
torcido. Partes
de tu
cuerpo que pienso
cual franjas
que he tenido que
aprender
a amar. Nosotros
nadamos desnudos
en estanques y
escribo de-
trás de tu
espalda. Mis pensamientos
sobre ti no
son precisamente
prohibidos, sino
exaltados porque
son inútiles,
sin intenciones
de atraparte
porque yo
te tengo y tú
me amas. Es más bien
como el recreo
donde juego
con mi reflejo
de ti hasta
que vuelves
y dentro del
tú real yo
hundo mis
dientes. Contigo
yo sé cómo
relajarme. Y entonces
trabajo detrás de tu
espalda. Lo que
es encantador.
La naturaleza
está fuera de control
me dices y
eso es lo que es tan
bueno de
esto. Estoy inmoderadamente
enamorada de ti,
noqueada por todo
tu nuevo cabello blanco
por qué no debería
algo
que siempre he
conocido ser lo
mejor que
hay. Te amo
desde mi
infancia,
empezando ahí
donde
un día
como
el resto, casual
crecimiento y
brisas, amor
constante, un sand-
wich a medio
día,
un paso corto
en el tan
cotidiano
camino del
sol. Yo
bizqueo. Yo
guiño. Yo
aprovecho el
viaje.
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