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terence dooley
rarezas del conductor
traducción de mercedes cebrián
leche derramada
Todo depende de a qué le llames suerte.
Todo depende de tu idea de tiempo.
Una hilera de tráfico se desliza hacia el sol.
Puede que sea una tarde de invierno,
a lo mejor tu coche es verde claro o gris metalizado.
Para las estadísticas, el color del vehículo sí cuenta.
Tú eres, por supuesto, tu coche. ¿Qué te separa
de sus aciertos de autómata?
Tú eres, por supuesto, tus ojos. Lo mismo es la pantalla,
a contraluz o con la luz detrás. El ataque
ha de ser repentino, lo cual tiene sentido.
La bandada combativa de pájaros desciende en picado.
Con benévola u horrenda precisión, dejan caer
su estiércol, blanco por partes,
púrpura y pardo ácido en otras.
Tus ojos son su objetivo, de milagro
evitaron tu carrocería, estás ileso
aunque temporalmente ciego. De forma instintiva
te limpias las gafas y palpas el freno.
Si esto era el maná, o aquella señal tan esperada,
o más bien una plaga de langostas,
muéstranoslo con claridad,
te lo rogamos, por lo que más quieras, infórmanos
de quién será el próximo elegido y cuándo.
Esto nos lleva a la antigua fábula
castellana: Un hombre sabio moldea
una forma blanca en guano
semejante a un mendigo acurrucado entre harapos.
Un padre y su hijo pasan por delante.
Se lían a patadas con el mendigo y allí se quedan,
pegados de inmediato a la liga, cuando un enjambre
de abejas, diez mil, dice la parábola, desciende
sobre ellos. Allí mismo perecen.
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split milk
It all depends on what you count as luck.
It all depends on your idea of time.
A line of traffic glides towards the sun.
It may be afternoon, your car may be
light-green or silver. Statistically,
the colour of the vehicle is germane.
You are, of course, your car. What separates
you from its driverless decisiveness?
You are, of course, your eyes. So is the screen,
against the day, or with it. The attack
must be quite sudden. That signifies.
The fighter flock of birds swoops down.
With horrid or benign precision, sheds
its muck, some white, some purple, acid-dark.
They have targeted your eyes, miraculously
avoided your bodywork, you are unscathed,
but temporarily blind. Mechanically,
you wipe your glasses and you touch the brake.
If this was manna, or the longed-for sign,
or else a plague of locusts, clarify,
we beg you, for all our sakes, inform us
who next will be the elected one, and when?
We are reminded of the ancient tale:
A wise man moulds from guano a white form
resembling a beggar huddled in his rags.
There chance along a father and his son.
Both kick the beggar and are stuck there fast
glued to the birdlime, when a cloud of bees,
ten thousand says the parable, descends
on them. They perish where they stand.
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