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Después de una noche mal dormida, no le gustamos a todo el mundo. El sueño ido se ha llevado consigo

algo que nos hacía humanos. Hay una irritación latente con nosotros, parece, en el mismo aire inorgánico que nos

rodea. Somos nosotros, al final, quienes nos reprobamos, y es entre nosotros y nosotros donde se riñe la diplomacia

de la batalla sorda. Hoy he arrastrado por la calle los pies y el cansancio grande.

Tengo el alma reducida a una madeja atada, y lo que soy y he sido, que soy yo, ha olvidado su nombre. Si

tengo mañana, no sé sino que no he dormido, y la confusión de varios intervalos pone grandes silencios en mi habla

interior. ¡Ah,  grandes parques de los demás, jardines usuales para tantos, maravillosas arboledas de los que nunca

me conocerán! Me estanco entre vigilias, como quien nunca ha osado ser superfluo, y lo que medito se sobresalta con 

un sueño al fin. Soy una casa viuda, claustral de sí misma, embrujada por espectros tímidos y furtivos. Estoy siempre

en el cuarto de al lado, o están ellos, y hay grandes ruidos de árboles en torno a mí.

Divago y encuentro; encuentro porque divago. ¡Mis días de niño, vestidos vosotros mismos de delantal! Y, en

medio de todo esto, voy por la calle, dormilón de mi vagabundeo hoja156. Cualquier viento lento me ha barrido del suelo, 

y yerro, como un final de crepúsculo, entre los acontecimientos del paisaje. Me pesan los párpados en los pies arrastrados.

Quisiera dormir porque ando. Tengo la boca cerrada como si fuese para que se pegasen los labios. Naufrago mi deambular.

Sí, no he dormido, pero estoy mejor así, cuando nunca he dormido ni duermo. Soy yo verdaderamente en esta eternidad

casual y simbólica del estado de media alma en que me engaño.

Una u otra persona me mira como si me conociese y me extrañase. Siento que los miro también con órbitas

sentidas bajo unos párpados que las rozan, y no quiero saber de haber mundo. ¡Tengo sueño, mucho sueño, todo el sueño!

 

2-7-1931

 

 

Depois de uma noite maldormida, toda a gente não gosta de nós. O sono ido levou consigo qualquer coisa que

nos tornava humanos. Há uma irritação latente conosco, parece, no mesmo ar inorgânico que nos cerca. Somos nós,

afinal, que nos desapoiamos, e é entre nós e nós que se fere a diplomacia da batalha surda. Tenho hoje arrastado pela

rua os pés e o grande cansaço. Tenho a alma reduzida a uma meada atada, e o que sou  e fui, que sou eu, esqueceu-se

de seu nome.

Se tenho amanhã, não sei senão que não dormi, e a confusão de vários intervalos põe grandes silêncios na

minha fala interna. Ah, grandes parques dos outros, jardins usuais para tantos, maravilhosas aléias dos que nunca me

conhecerão! Estagno entre vigílias, como quem nunca ousou ser supérfluo, e o que medito estremunha-se com um

sonho ao fim.

Sou uma casa viúva, claustral de si mesma, sombrada de espectros timidos e furtivos. Estou sempre no quarto

ao lado, ou estão eles, e há grandes ruídos de árvores em meu torno. Divago e encontro; encontro porque divago. Meus

dias de criança vestidos vós mesmos de bibe! E, em meio de tudo isto, vou pela rua fora, dorminhoco da minha

vagabundagem folha. Qualquer vento lento me varreu do solo, e erro, como um fim de crepúsculo, entre os acontecimentos da

paisagem. Pesam-me as pálpebras nos pés arrastados. Quisera dormir porque ando. Tenho a boca fechada como se fosse

para os beiços se pegarem. Naufrago o meu deambular. Sim, não dormi, mas estou mais certo assim, quando nunca dormi

nem durmo.

Sou eu verdadeiramente nesta eternidade casual e simbólica do estado de meia-alma em que me iludo. Uma ou

outra pessoa olha-me como se me conhecesse e me estranhasse. Sinto que os olhos também com órbitas sentidas sob

pálpebras que as roçam, e não quero saber de haver mundo. Tenho sono, muito sono, todo o sono!

 

 

Fernando Pessoa

Del español: 

Libro del desasosiego 163

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición

Del portugués:

Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares

© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises

© Editora Brasiliense

2ª edición

 

 

 

 


 

 

 

 

 

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