casa abandonada

 

 

Creo que he estado toda la noche al otro lado de la realidad, o casi. Es igual.

En cualquier caso, a veces se presentan o aparecen formulaciones sobre cualquier asunto,

con más frecuencia ajenas que propias, que quizá nos dicen algo más o algo nuevo o algo que,

en cierto sentido, tiene algún valor, lo que, por otra parte, carece de importancia alguna, ya que

tales formulaciones no se mantienen ni persisten, sino que vuelven a desaparecer tal como

aparecieron. Como semillas que el viento deja caer dentro de nuestra cabeza y que, cuando

queremos darnos cuenta, ya no están.

No sé por qué, pero a lo largo de la vida oímos hablar mucho de la soledad; hay personas

que dicen que están solas y que lo sobrellevan como pueden: al parecer no es un asunto agudo,

dramático, ni especialmente doloroso: tal vez se parece más a que en su vida o en sus días

sucesivos hay una falta general o extendida de sorpresas: como si ya no pudieran esperar

lo inesperado.

Ya no les quedan más comienzos, todo aquello con lo que habían comenzado cuando aún era tiempo,

se les fue perdiendo, o se les marchó: un día, al volver a casa, se encontraron con que nadie les había

hecho la cena; otro día, al volver a casa, no tenían a nadie a quien hacerle la cena: estaban solos,

se habían quedado solos: pero como ellos, con ellos, también la luz se había quedado sola; y la casa,

qué sola: todo tenía el silencio y el secreto malo del sigilo: todo había dejado de hablar.

Ahí está la soledad, no sé por qué.

De pronto, porque todo pasa de pronto, no esperamos a nadie y nadie nos espera nunca, en ningún sitio.

Quizá se trate de que, en un momento dado, cuando aún no es tiempo, decimos basta.

Decimos, posiblemente sin palabras: si te vas, no regreses; si me dejas, no vuelvas; si te alejas,

no te acerques nunca más. Tenemos tanto miedo que fabricamos un absoluto; establecemos un cláusula

terminal, sin excepciones. Se trata de una apuesta a todo o nada: quizá nadie la soporte, nadie la tolere,

nadie la acepte.

Pero si alguien, solamente una persona, la soporta, habremos ganado el todo de la apuesta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

andrephoto

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

16 Comentarios

  1. angel

    ¿Y porqué no crear sorpresas, en vez de esperarlas?

    Angel

    Responder
  2. caballo

    Porque esa es la dinámica de la soledad, sus modos, sus formas

    de hacer. Si puedes esperar lo inesperado o crear sorpresas

    -novedades- supongo que aún tienes que perder eso para quedarte solo/solo.

    Es que hablo por observación. Y la soledad propiamente dicha, cuando entra

    a cuerpo en un cuerpo, es una inundación de ausencia. Y aún se añade:

    lo peor no es la soledad, sino sus porqués: que yo interpreto: si te has quedado

    solo una vez, y los motivos siguen, te volverás a quedar solo, si llegaras a salir

    de la soledad.

    Un lío, esto de la soledad, parece.

    Narciso

    Responder
  3. angel

    Pero entonces dentro de la soledad, ¿no hay capacidad de toma de decisiones?

    Bueno, como decía Larkin…ya lo averiguaremos.

    Ángel

    Responder
  4. caballo

    El de Larkin es, sin duda, el mejor consejo, la mejor opción,

    pero puedo decirte que precisamente la soledad es propiamente

    soledad cuando ya es ella la que decide por ti sin preguntarte:

    es más tú que tú mismo -dicho de otra manera-: tú ya no eres

    nadie: el que eras, ahora lo es ella.

    Caray, parece que juega en serio. En fin, ya lo averiguaremos.

    Narciso

    Responder
  5. angel

    Entonces, si la soledad te suplanta, ¿tiene vida propia?
    ¿Es un ente que invade los cuerpos, las mentes y los altera?

    Y ¿cuáles son los motivos de la soledad? ¿Son reales? ¿naturales? ¿artificiosos? ¿Una suma de los dos, a veces?

    Es un lío, un lío. Porque no son lo mismo las soledades en la vida,
    las soledades de inundación de porqués, las soledades del vacío,
    las soledades de estar perdido, además, en el tiempo. O incluso, todas estas a la vez.

    ¿Y las distancias? porque hay gente que cree que estar distanciado es estar solo,
    pero no es lo mismo, nope.
    ¿Y si además de las distancias, estás solo? La cosa se complica

    Buff, qué lío…

    Ángel

    Responder
  6. caballo

    Sí, pero creo que no se vale a hacer una lista, aunque sin duda

    sea cierta y bien escogida: habríamos de llegar con las palabras

    a una sola frase, o poco más, que contuviera todo eso que nombras,

    y quizá algunas cosas que no nombras… no sé.

    Sin buscar más que en el ordenador he encontrado la segunda afoto:

    bien: es artificiosa, quizá demasiado explícita en un sentido equivocado…

    pero para mí se acerca más a la soledad que la primera afoto, que nos habla

    de desorden, descuido, abandono, deterioro, pasado. Creo que la soledad

    no es desorden ni deterioro ni pasado. Al contrario -en relación

    con el tiempo-: todo tiene un exceso de presencia, de actualidad casi dolorosa.

    Qué lío. Pero, de alguna manera, volvemos al título: todo ha dejado de hablar,

    no hay réplica de nada ni de nadie. Eso, quizá es importante: ya no hay réplica.

    O mejor: ya no se espera la réplica: pero el que está solo no se da cuenta de

    que ya ni siquiera espera la replica.

    Narciso

    Responder
  7. angel

    Vaya, curioso, a mí esa foto me dice «todavía hay vida». También «exclusión», además.

    Ángel

    Responder
  8. angel

    La foto de arriba la he puesto porque para mi, no es pasado, ni deterioro.
    Es futuro precisamente. La soledad ha ganado. Mal asunto.
    Como dice el título, todo ha dejado de hablar.

    Ángel

    Responder
  9. caballo

    Quizá mejor sería, el título: todo ha dejado de contestar,

    de responder, de acompañar. Y, en el sentido -creo- que

    tú dices: y ya será así siempre: en el futuro tampoco habrá

    réplica, respuesta, compañía.

    Estaba pensando en algo de Lorca, aunque él lo dice de la muerte:

    Ya no te conoce ni el toro ni la higuera porque te has muerto para siempre.

    Eso de no ser conocido o reconocido supongo que es también soledad.

    No sé.

    Narciso

    Responder
  10. angel

    De ahí que aunque sólo uno aguante, se ha ganado la apuesta ¿no?
    (al margen de las condiciones, que me parecen feísimas y tajantes).

    Pero si uno no es conocido, se da a conocer y ya está ¿no?

    Creo que estamos hablando siempre de la soledad de la vida. Y si se ama la vida,
    me han dicho que no hay soledad, no hay espacio para ella en el corazón.

    Ángel

    Responder
  11. caballo

    Lo que quise escribir parte del temor, de la angustia

    ante el abandono: quien teme radicalmente el abandono -de

    otro u otros significativos para él- las condiciones deben ser esas:

    no puede elegir: se trata de todo o nada. Para la angustia de abandono no hay reconciliación,

    vuelta: pero no por dignidad o algo así, sino porque ya nunca podrá confiar en quien le ha abandonado una

    vez: si le ha abandonado una vez, virtualmente le puede abandonar en cualquier momento. Ese abandono

    no admite reparación. El que te hace ganar la apuesta es el otro que no se va: ha resistido.

    ¿Y si no te reconocen las hormigas ni las lechugas? Es que no existes: no te ven: has desaparecido. Con la

    muerte está claro, pero creo que con la soledad/soledad sucede lo mismo: no eres nadie -nadie te reconoce,

    vas dejando de tener identidad y entidad, incluso física: como cuando un animal te mira y sabes -sientes-

    que su mirada no te ve: te atraviesa. Eso.

    Creo que si la soledad te llega, no hay vida ni corazones: es lo de antes: si amas la vida posiblemente no

    podrás estar solo. Pero estamos hablando desde el otro lado: si estás solo, no puedes amar la vida, ni

    -de entrada- volver o empezar a amarla. Y tu corazón no conoce ni replica ni está acompañado ni puede hablar

    con nadie -ni con el toro ni con la higuera-.

    Carajo. Ya.

    Narciso

    Responder
  12. angel

    Mmmm…

    «Si estás solo, no puedes amar la vida, ni volver a empezar a amarla».

    No estoy de acuerdo. Sí se puede. Es más, se debe.

    La soledad que se lleva que hace que no pueda uno moverse…es ya algo endógeno.
    Es otro tema más peliagudo.

    Ángel

    Responder
  13. caballo

    Bueno, el solitario del que hablo puede moverse: no tiene

    ninguna parálisis general. Simplemente he entendido que hablábamos de

    la soledad, en sentido fuerte. No de malas rachas porque a uno lo ha dejado

    la novia o se ha cambiado de ciudad.

    ¿Como va a ser un deber amar la vida? Hay motivos de soledad muy superiores a la vida,

    creo que hoy, en estos tiempos que ¿corren? se sobrevalora la vida. Hay muchos

    asuntos humanos que la superan, que están por encima de ella. Pero ni siquiera

    se plantea esa posibilidad, ni siquiera se piensa.

    Wow

    Narciso

    Responder
  14. angel

    Claro que no es un deber amar la vida,
    pero en esa situación creo que sí.

    Quiero decir quizá, aceptarla tal y como es en un principio,
    Ya habrá tiempo después de sacar conclusiones propias de lo que haga falta

    Ángel

    Responder
  15. caballo

    Supongo que es cuestión de perspectiva, que posiblemente hablemos de lo

    mismo pero no de lo mismo. El solitario/solitario acepta la vida como es en un

    principio: no se trata de un suicida, como no era un paralítico.

    Sólo defiendo la versión pura () de soledad: no la más frecuente, ni lo que se puede

    hacer para salir de ella o no llegar a entrar.

    Pero, si quieres, nos quedamos con esa lista que hiciste: hay muchos tipos, clases

    motivos de soledad, en personas en situaciones muy diferentes, y todo es un lío en río.

    Narciso

    Responder
  16. angel

    Si, la soledad que usted dice es la que se capta enseguida al leer el texto.
    La verdad es que impresiona nada más leerlo.
    Si sirve para que alguien se vea reflejado, ya será un poco menos soledad.

    Ángel

    Responder

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