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Toni se ha puesto la gabardina o el impermeable y ha salido a dar un voltio, quizá a ver qué se cuenta el personal.
Toni va haciendo vida entre autobuses y bicicletas y pasos cebra, que es lo que suele haber en las calles del mundo.
Estando un poco atento se puede oír el traqueteo de los garitos de juego y se puede ver a las chicas lindamente
pintadas que se emborrachan despacio al caer la noche.
Toni está haciendo tiempo, como se hace en la calle, donde pueden pasar muchas cosas o muy pocas, depende,
pero en general pasan cosas porque uno está en medio del movimiento, de la movilidad, de los desplazamientos
del personal, que siempre va y viene, y uno se va enterando de cosas, y va acordando citas más o menos precisas
o vagas, y le van pidiendo o va recibiendo favores, encargos, negocios, gestiones y tal.
Y cuando uno se cansa de estar apalancado, como lo está Toni, acaba yéndose con alguien a algún sitio, lo de menos
es con quién y adónde, porque el asunto consiste en moverse, en dejarse llevar por el agua del río innumerable de la calle.
Desnuda de piernas y generosa de escote, con su melenita rubia y sus labios rojos, puede estar horas, días, semanas enteras
en la calle, sin aburrirse ni perder el tiempo, pegando la hebra con unos y otros, dejándose llevar de aquí allá, constantemente
ociosa y ocupada, libre pero atareada, que eso es lo que tiene la calle, entre otras (muchas) cosas.
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