Como se puede hacer así por la estructura del libro,

que es la de un diario, escogeremos un día al azar

para colgarlo. 

Se trata de un jueves 16 de octubre. Veamos:

 

 

 

umbral

 

diario político y sentimental

 

1999

 

A Carmen Díez de Rivera

 

Andan días iguales

persiguiéndose.

                 PABLO NERUDA

 

 

 

Octubre

Jueves 16

 

 

 

La princesa Beatriz de Orleans (cuya bellísima hija suena para novia del príncipe Felipe)

nos da una cena con música en el restaurante del teatro Real. Hay otros actos a la vista

en este mismo sitio, que presiento va a ser el lugar de moda durante la temporada.

Las alfombras tienen un espesor de nevada, los cuadros tienen calidad y pátina (mucho

más difícil de conseguir la pátina que la calidad), pero todo se tira un aire bancario y

marmóreo que te enfría el alma.

 

Hubiéramos preferido recobrar un teatro realmente antiguo. En la fiesta, Sisita Milans del

Bosch, con quien tanto quiero. Viene como de Venus de las Pieles, confortable de visones y

descotada hasta el esternón. Me gustan las mujeres sin pechos, o que los disimulan bien,

porque lo que más deseo de una mujer es besarle en el esternón, que sería como besar

el crucifijo de su esqueleto (también amo el ancla de barco de su pubis).

Hay la época Sisita como hay la época Esperanza Ridruejo (ahora me parece que estoy

en la época Inés Oriol). El calendario interior de mi vida va por épocas femeninas. Es

interesante y emocionante observar cómo una mujer puede perfumar toda una época de

nuestra vida, época corta o larga, acotarla, resumirla, metaforizarla.

 

La época Sisita fueron jardines, noches de El Viso, humor y complicidad, El País y el golpe.

La época Ridruejo fueron embajadas y palacio de Liria. La época Marisa, la época Carmen,

en fin. La mujer es buena conductora de la electricidad estática del tiempo pasado. Ceno

con Marisa Borbón. Marisa está en la galaxia Sisita. Ella misma me lo recuerda:

—Somos amigos hace más de veinte años, Paco.

Pero está igual de bella —morena de ojos claros y hermosas manos grandes— y se ha

puesto el último modelo de Givenchy, que me la muestra/oculta entre gasas, tules,

satenes y otras evanescencias. En torno nuestro, todo el pequeño mundo de Guermantes

madrileño en un reducto de rojos desatados y espejos todavía sin misterio. Me lo dice Sisita:

—A los espejos hay que domesticarlos, Paco. Yo en mi casa los tengo todos domesticados.

No te puedes poner de pronto frente a un espejo desconocido o que no te conoce.


Enseñanzas de la edad, pienso, pero me lo callo.
Plurales marquesitas, modelos y desconocidas.

Numerosas Juncal Rivero y Siruelita. La belle époque del otro fin de siglo yo no sé quién la

pagó. La belle époque de este fin de siglo la están pagando las marcas. Siempre que

nos reúnen a la pomada es para anunciar un perfume, un whisky, unos puros (Rafael Anson),

unos vestidos, unas joyas.

 

La vida social y el gran mundo ya no son aquel antiguo sarao europeo donde el dinero

se iba como champán, y viceversa, sino una operación de marketing a la que todos nos

prestamos (luego nuestra cara en las revistas) porque se ha creado como una aristocracia

comercial que es la que hace de mecenas y alquila nuestra firma o nuestra imagen, durante

unas horas, para pasearnos por el mundo, los medios y los media, como una sociedad

ociosa que consume todo eso (yo la verdad es que no consumo nada y ni siquiera he cenado).

 

La belle époque se repite, pero ya como farsa comercial, querido Marx adolescente. Entre

unas cosas y otras, llevo una semana sin quitarme el smoking ni para dormir, que son

pocas horas. Yo creo que venimos a todo esto porque en casa es más aburrido. Y por la

vanidad de haber sido elegidos por Givenchy, firma de la que no sé nada.

 

El smoking, decía. Extraña prenda cuyo origen ignoro, ni lo voy a mirar ahora. A mí, con

pajarita blanca y melena, me rejuvenece, como dicen ellas, y me hace un poco violinista, como

me dice Manuel Vicent.

 

Extraña prenda entre hostelera y funeraria. El smoking es vestirse de luto para la alegría.

Es el gerundio de fumar en inglés, y es sobre todo la prueba definitiva para catar

a un hombre. Llevar bien el smoking, sin ser camarero, es como haber nacido marqués,

aunque los marqueses lo suelen llevar mal. Hay grandes de España que con smoking

parecen su vinculero del pueblo. El smoking es pájaro nocturno que amortaja a los famosos

y les corona de champán. Ya hemos matado otra noche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ƒ

 

 

 

 

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