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Un siglo sucio lucha con su no saber de amor.
Me atrevo y doy una vuelta por la vida, el viento asusta,
los plazos pierden su cara de buen dormir.
Risa y olvido, daño sin edad, transmigración de las grietas
en las uñas.
Cuando todos deberían durar por cariño,
se conciben fijezas que no existen dentro de la verdad,
que no moran ni siquiera sobre un poco, que no tienen límites.
Murga canyengue que, durante domingos de papeles prendidos
en las solapas, muerde el dolor. Y le encanta.
Ebelina se azora ante tanta continuidad de egoísmo cotidiano.
Yo sigo con una incomodidad en el pecho.
Mabel Bellante
del libro, Ebelina – 2014
textosintrusos – Argentina
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