víctor botas
víctor botas
la venganza
Ponerte un nombre: Dafne, Isis, Diosa,
o simplemente Nadie, como Ulises.
Nadie o Nada. O tal vez. Y convertirte
en sólo una ficción –en nada menos
que una ficción sin muerte-, un alto espectro
que agita su melena, frunce el ceño,
congrega la belleza en esos ojos,
y se escapa de mí como la corza
del cazador, bajo la plata antigua
de la celeste luna de los bosques,
mientras la noche teje delicadas
rosas de sangre que en la sombra abren
sus pétalos, y mueren en tu pelo.
Bien lo sé, es mi destino: urdir fantasmas,
temblorosos perfiles, formas huecas,
curiosos arabescos que aquí dejo
sorprendidos, clavados en la hoja.
Y también estar solo. Estar muy solo.
Rodeado de hidras, voces, lenguas
Que enloquecidas corren por mi cuarto,
Furtivas y temibles, como ratas.
Pero yo aún sé vengarme: un diacepán,
y se van todas juntas a hacer gárgaras.
víctor botas
la venganza
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