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las traducciones de Saer de poesía norteamericana
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Daniel Balderston
University of Pittsburgh
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Cuadernos LIRICO
6 (2011)
Juan José Saer: archivos, memoria, critica
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[…] …
…quisiera comenzar con una traducción que parece temprana, en
una hoja suelta pegada al cuaderno. Es “The House Was Quiet and the
World Was Calm” de Stevens.
(Wallace Stevens, Collected Poetry & Prose, comp. Frank Kermode
y Joan Richardson, Nueva York: The Library of America, 1984, pp. 311-12.)
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El original dice:
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[ezcol_1half]
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The House Was Quiet and the World Was Calm
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The house was quiet and the world was calm.
The reader became the book; and summer night
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Was like the conscious being of the book.
The house was quiet and the world was calm.
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The words were spoken as if there was no book,
Except that the reader leaned above the page,
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Wanted to lean, wanted much most to be
The scholar to whom his book is true, to whom
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The summer night is like a perfection of thought.
The house was quiet because it had to be.
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The quiet was part of the meaning, part of the mind:
The access of perfection to the page.
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And the world was calm. The truth in a calm world,
In which there is no other meaning, itself
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Is calm, itself is summer and night, itself
Is the reader leaning late and reading there.
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[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
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Los problemas que presentan este poema al traductor son múltiples: la
repetición de ciertos vocablos (“quiet”, “perfection”, “itself” son apenas
tres ejemplos) con delicadas variaciones de sentido o de matiz (para
no hablar del verbo “was”), el contraste entre la sencillez de algunas
construcciones sintácticas (las iniciales, por ejemplo) con la extrema
dificultad de otras (las estrofas cuatro y ocho son notablemente difíciles),
la mezcla (frecuente en la poesía de Stevens) entre una materialidad de
la experiencia y de la reflexión abstracta. Hay hasta una construcción
algo agramatical, “wanted much most to be”, que se neutraliza en las
versiones del poema en la red pero que se respeta en las ediciones
críticas: Saer resuelve así los problemas:
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[/ezcol_1half_end]
[ezcol_1half]
[/ezcol_1half] [ezcol_1half_end]
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La casa estaba tranquila y el mundo en calma
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La casa estaba tranquila y el mundo en calma.
El lector se transformó en el libro, y la noche de verano
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fue como el ser consciente del libro.
La casa estaba tranquila y el mundo en calma.
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Las palabras fueron dichas como si no hubiera habido libro
a no ser por el lector inclinado sobre la página,
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Buscando inclinarse, buscando ser todavía más
El estudioso para quien el lector es verdadero, para quien
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La noche de verano es como una perfección del pensamiento.
La casa estaba tranquila porque así tenía que ser.
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La quietud formaba parte del sentido y parte de la mente:
El acceso de la perfección a la página.
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Y el mundo en calma. Lo verdadero en un mundo en calma
en el que no hay otro significado, es en sí mismo
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Calma, en sí mismo verano y noche, en sí mismo
El lector inclinado y leyendo hasta tarde allí.
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La casa estaba quieta y el mundo en calma
[/ezcol_1half_end]
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En el verso que dice:
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El estudioso para quien el lector es verdadero, para quien
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es ambigua la construcción en inglés, porque el “his” puede ser el autor o el lector.
Saer ha decidido que se refiere al lector, y así pide que el autor piense en su lector como
verdadero, no que el lector piense en el autor como verdadero.
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En el manuscrito se ven varios momentos de vacilación por parte del traductor: una palabra
borrada entre “todavía” y “más” en el séptimo renglón, varias tachaduras al final del décimo
(hasta dar con “así tenía que ser”), una duda entre “era parte” y “formaba parte” en el undécimo,
una duda entre “en la página” y “a la página” en el duodécimo, y dos versiones del último verso:
uno inicial que dice “El lector inclinado hasta tarde y leyendo allí”, seguido (un tiempo después,
supongo, porque está escrito en tinta de otro color) por “El lector inclinado y leyendo hasta tarde
allí”, con su énfasis mucho más fuerte en el adverbio final.
Lo que no hay es ninguna vacilación en algunos de los puntos identificados arriba:
Saer prefiere no repetir el verbo en el título del poema y en su primer verso, pone siempre
“inclinado” o “inclinarse” por “lean”, y mantiene “perfección” y “en sí mismo” de forma idéntica
cada vez que aparecen: se porta como un traductor de filosofía a la hora de traducir vocablos
esenciales al pensador. La elipsis inicial, “La casa estaba tranquila y el mundo [estaba] en calma”,
por ejemplo, atenúa la provocación que hace Stevens aquí: del hecho de que “la casa estaba
tranquila” lleva por paralelismo la idea de que “el mundo estaba en calma”, mientras “el mundo
en calma” asume que esa comparación se puede hacer sin dificultades. De forma semejante,
“The summer night is like a perfection of thought” no utiliza del mismo modo el concepto de
“perfección” que aparece después en “The access of perfection to the page”.
La traducción de Saer de este poema es bellísima y atenta a las muchas sutilezas del
original en inglés. Cualquier duda ante su dominio de esa lengua se disipa ante la seguridad con
la que corrige “El acceso de la perfección en la página” a “El acceso de la perfección a la página”:
en detalles como éste se ve que atiende no sólo a los usos normales del idioma sino a las
mínimas transgresiones (“access . . . to”).
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Al principio de este trabajo me preguntaba sobre la relación entre estas traducciones, proyecto privado, y la obra édita del
autor. Es una pregunta difícil de contestar en general, por el hecho de que la mayoría de las traducciones no están fechadas y se
encuentran en un cuaderno aparte, sin visible contacto con los cuadernos de trabajo de las otras obras.
Hay una excepción, que nos permite especular sobre la relación: el segundo verso de “The House Was Quiet and the World
Was Calm” aparece citado en inglés en los materiales genéticos de Glosa . En la edición de Archivos, el documento de “Las siete
cuadras siguientes” dice que hay una nota marginal, “and the reader became the book”, al lado de la frase siguiente del manuscrito,
que corresponde a la tercera página de la segunda sección de la novela:
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Y su relato, según lo que queda del relato de Botón en el del Matemático,
es más o menos así: una noche tranquila del último verano; son pasadas
las doce. Después de una cena liviana; Washington, con una jarra de agua
fría y un plato de ciruelas, se ha instalado en su estudio para leer, tomando
notas de cuando en cuando, una edición facsimilar de la Relación del abandonado,
del padre Quesada; que Marcos Rosemberg le ha traído de Madrid.
Juan José Saer, Glosa/ El entenado, Poitiers: Archivos, 2010, p. 71.
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Allí está la anotación del verso de Stevens. Después sigue el pasaje:
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Poco a poco, el hervor del día se ha mitigado, y el ronroneo interno que
atraviesa, monótono, con su tren de apariciones, la parte iluminada de
la mente, se ha ido entrecortando, gracias a la punta clara de su atención
que, como el filo de un diamante, ha venido abriéndose paso para relegar,
con ajustes sucesivos, los pliegues de lo oscuro. A partir de cierto
momento, después de varios intentos trabajosos, los pliegues se retiran
y las caras del diamante, emergiendo de la oscuridad, se concentran en
la punta transparente que se estabiliza y se fija, para después alcanzar
la perfección al desaparecer a su vez, de modo tal que no únicamente el
ronroneo, que es tiempo, carne y barbarie, sino también el libro y el lector
desaparecen con ella, despejando un lugar en el que lo intemporal y lo
inmaterial, no menos reales que la putrefacción y las horas, victoriosos,
se despliegan.20 (71-72)
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Juan José Saer, Glosa/ El entenado, Poitiers: Archivos, 2010, pp. 71-72
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Es decir, en un nudo complejo de la novela Glosa , que entrelaza la escritura de ese proyecto con el proyecto anterior,
El entenado , Saer evoca el poema de Stevens con su reflexión sobre la lectura. Washington se convierte en el libro que lee, que
es el libro que leímos poco antes.
En ese libro, el poema de Stevens sirve para definir espacios de reflexión y escritura: el claustro donde el naufrago cuenta
su historia al padre Quesada, quien le enseña a leer y a escribir, y el lugar donde años después escribe sus memorias, que incluyen
en abismo la serie de narraciones anteriores, a Quesada y a los espectadores de la obra teatral.
El poema sirve entonces para marcar la relación entre experiencia, representación, lectura y experiencia, una vuelta completa.
El poema forma parte de esa relación circular, y de hecho define como real, y como abstracción hecha real en la página, el esfuerzo
del lector.
Aquí tenemos entonces, por un momento evanescente pero eterno, a Saer, meditando a través de un poema que ha traducido,
o que está por traducir, que lo ayuda a definir su relación con su obra. No importa que la traducción sea secreta: el poema de Stevens
deja su huella sutil en el pasaje, en el pliegue y el despliegue del texto: “abstracción”, “libro”, “lector” adquieren connotaciones
específicas gracias a ese intertexto secreto. Saer lector está “inclinado y leyendo hasta tarde allí”: ha hecho suyo el poema, y le sirve
para avanzar en su escritura.
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Ángel: he leído tu versión, lo cierto es que aún no me he demorado,
no me he empapado con la de Saer…en cuanto tenga un rato voy
a por las dos… seguro que la tuya es más suelta, más viva: ya se sabe,
estos puristas, aunque muy necesarios, a veces hacen rígido lo que tiene
que ser flexible… aunque ya te digo: hablo sin conocimiento suficiente de
causa
Gracias por aportar cosas, novedades, variedad: vidaaaaaaaa¡¡¡¡¡¡¡
Un abrazo
Narciso
Gracias 🙂
Procuro no añadir nada a lo que dice el poema.
Por lo que voy viendo, en general, el lenguaje de los poemas es bastante más natural y moderno de lo que parece en un principio,
a pesar de que estén escritos hace tanto tiempo.
Pues no se pierda el de Wiliam Carlos Williams, que no tiene desperdicio…
otro para usted
Ángel