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william carlos williams

 

poesía reunida

 

 

penguin random house

Grupo Editorial España

 

 

 

la falsa acacia

 

 

 

Soy tenaz como la falsa acacia:

una vez admitida

en el jardín,

no es fácil deshacerse de ella.

Arráncala del suelo:

si queda una simple

raicilla

volverá a brotar.

Resulta

halagador pensarme

así. Y también mueve

a risa.

Una flor modesta,

parecida a un rosado guisante de olor:

no puedes sino

admirarla

hasta que descubres sus

hábitos.

¿No actuamos nosotros

igual? Sería

indeseable

que el público

se entremetiera en nuestros

pequeños asuntos privados.

No es

que haya algo que esconder

pero ¿podrán

soportarlo? Por supuesto

el mundo se alegraría

al descubrir

en qué clase de idiotas nos hemos convertido.

La cuestión es,

¿serían tan

generosos como

lo hemos sido

nosotros? Se trata, tal

como he dicho, de

una flor

¡increíblemente resistente

a los ataques!

Ignórala y pronto será un árbol.

Ojalá pudiera decirse lo mismo

de mí y de aquello

que me espera.

El poeta mismo,

¿qué piensa de sí de cara

al mundo?

No estaría bien responder,

lo que se siente inclinado a decir:

«no sé». Eso sería

traicionar sus poemas.

Sería mejor contestar:

«una rosa es una

rosa es una rosa», y dejarlo así.

Una rosa es una rosa

y el poema la iguala

si está bien hecho.

El poeta

no puede menospreciarse

sin menospreciar

su poema

—lo cual sería

ridículo.

La vida no da

mayor recompensa.

De modo que,

como esta flor,

persisto,

por lo que pudiera significar.

No soy,

ya lo sé,

una rosa, en la galaxia

de los poetas, pero

¿quién de los otros

se atrevería a negarme

mi puesto?

 

 

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the pink locust

 

 

 

I’m persistent as the pink locust,

once admitted

to the garden,

you will not easily get rid of it.

Tear it from the ground,

if one hair-thin rootlet

remain

it will come again.

It is

flattering to think of myself

so. It is also

laughable.

A modest flower,

resembling a pink sweet-pea,

you cannot help

but admire it until its habits

become known.

Are we not most of us

like that? It would be

too much

if the public

pried among the minutiae

of our private affairs.

Not

that we have anything to hide

but could they

stand it? Of course

the world would be gratified

to find out

what fools we have made of ourselves.

The question is,

would they

be generous with us—

as we have been

with others? It is,

as I say,

a flower

incredibly resilient

under attack!

Neglect it

and it will grow into a tree.

I wish I could so think of myself

and of what

is to become of me.

The poet himself,

what does he think of himself

facing his world?

It will not do to say,

as he is inclined to say:

Not much. The poem

would be in that betrayed

He might as well answer—

“a rose is a rose is a rose”

and let it go at that.

A rose is a rose

and the poem equals it

if it be well made.

The poet cannot slight himself

without slighting

his poem—

which would be

ridiculous.

Life offers

no greater reward.

And so,

like this flower,

I persist—

for what there may be in it.

I am not,

I know,

in the galaxy of poets

a rose

but who, among the rest,

will deny me

my place.

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