wisława szymborska

 

prosas reunidas

 

traducción Manel Bellmunt Serrano

revisión de la traducción de

Lecturas no obligatorias:

Karolina Todorowa

Malpaso Ediciones, S. L. U.
Barcelona
1ª edición: enero de 2017

 

 

 

 

ese es el espíritu

 

 

 

La astrología, la alquimia, la adivinación, la magia blanca y la negra, la numerología, la quiromancia, la necromancia,

la frenología, la teosofía, el ocultismo, el espiritismo, la telepatía: los autores han metido todos estos asuntos en el

mismo saco y lo han agitado fuertemente.

 

Sobre cada uno de ellos ha recaído, más o menos, la misma porción de menosprecio y compasión.

Personalmente, preferiría una cierta jerarquía, ya que no todas las manías son iguales.

La creencia en el diablo solía tener unas consecuencias sociales diferentes a las de la bonachona búsqueda de la piedra filosofal,

y se hace difícil poner en duda la autenticidad del fenómeno de la telepatía con el mismo vigor con el que se critica la existencia

de los duendes.

La parte más consistente del libro es la descripción del trasfondo costumbrista e histórico de las creencias, así como el retrato

biográfico de los magos más destacados, profetas y fundadores de sectas.

Los autores han escogido casos particularmente extremos en los que el fanatismo se une a la charlatanería. Ante nuestros

ojos desfila un cortejo de personajes inverosímilmente excéntricos, tanto es así que parece como si un talentoso surrealista los

hubiese imaginado.

Pero que nadie crea que el ejercicio de la hechicería ha sido alguna vez una vida fácil o un camino de rosas. Estas gentes

solían llevar un modo de vida bastante peligroso y nómada.

Sin un instante de descanso, en constante tensión, vigilancia, cautela y con la necesidad de causar una extraordinaria

impresión.

Escribían de un modo incesante cartas, manifiestos y confesiones reveladoras (estas últimas en nombre de espíritus que

no tenían ganas de escribir).

Los hechizos requerían el uso de aparatos secretos y una cuidadosa escenificación.

En cualquier momento los instrumentos podían fallar, los ayudantes podían delatarles y los fieles irse en masa a la competencia.

 

El alquimista Sędziwój se casó con la viuda anciana de otro alquimista suponiendo (en vano, dicho sea de paso) que esta

conocía los secretos del difunto.

La teósofa Madame Blavatsky, una dama de unos ciento veinte quilos de peso, se vio obligada a esconderse debajo de la falda

un organillo que emitía música celestial.

Otra dama, Mary Baker Eddy (más seca que un palo), afirmaba que era capaz de caminar sobre las aguas.

¿Qué otras cosas habría hecho posibles para que la gente la creyese fielmente y no le exigiese pruebas que lo demostraran…?

El cabalista Mathers se vio obligado a jugar repetidas veces al ajedrez con un espectro, lo que a la larga se hizo muy pesado

y se convirtió en una demostración de paciencia.

Los grandes médiums debían ejercitarse durante mucho tiempo a escondidas para obtener los resultados esperados

en las sesiones.

Levantar una mesa con la ayuda de un tenedorcillo escondido en la manga no sale a la primera.

Solo se consigue con trabajo, trabajo y más trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

Espíritus, estrellas y hechizos

L. Sprague de Camp y

Catherine C. de Camp,

traducción del inglés de Wacław Niepokólczycki

epílogo de Jerzy Prokopiuk

Varsovia

Państwowe Wydawnictwo Naukowe

1970

 

 

 

 


 

 

 

 

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