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Reposo
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Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.
Oh sangre, oh sangre, oh ese reloj que pulsa
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.
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Oh esa luz sin espinas que acaricia
la postrer ignorancia que es la muerte.
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Vicente Aleixandre
Espadas como labios 1930-31
3.- A Manuel Altolaguirre
Obras completas
Volumen uno
Poesía 1924-67
Aguilar
biblioteca de premios nobel
segunda edición-primera reimpresión-1978
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