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sentarse a comer
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Me llamo loba
o espejo
o camisón manchado de sangre.
Pueden encontrarme al correr una pestaña
o en la mota de polvo
que lame el sudor de una butaca
en aquel cine porno de ayer.
Me llamo manjar o vianda
o melocotón con ramas dentro de la lengua.
Pueden buscarme entre la basura de un reloj,
en mitad de un cuadro pintado de verde
donde una mujer grita pero no se ve.
Me llamo almendra,
bocado,
cardenal en la nalga.
Suelo frecuentar la mesa de los amantes,
el mantel de una viuda que aún conserva el fémur.
No sean tímidos y llámenme con un silbido,
así,
como si fuese cualquier cosa que está sucia
o que acaba de regresar del barro de una noche.
De vez en cuando alguien pronuncia “alcohol”
o “rata”
o “virus circunstancial”.
Entonces preparo mi maleta,
tejo mi cuchillo,
saco del horno
mi cabeza
y dejo que en el silencio,
me coma
el hambre infantil de un poeta.
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Angélica Morales
de su blog Angélica Morales
[angelicamorales.wordpress.com]
En la entrada dedicada al
XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos
(Salamanca, 7 y 8 de octubre de 2015)
Publicado en el blog el
27 de septiembre de 2015
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