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el sepulcro de Atila
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Después de veinte años, treinta años, cuarenta años de investigaciones, finalmente Giovanni Tassol ha descubierto,
en el corazón de la Selva Norte, el legendario sepulcro de Atila, es la gran victoria de su vida. Había oído hablar de él por
primera vez, cuando era un niño, de labios del profesor de cuarto elemental, Giorgio Nicara (que ya no existe), y aquella misma
noche había manifestado a su padre (que ya no existe) su intención de ser arqueólogo explorador.
También su más íntimo compañero de escuela Enrico Ermogene (que ya no existe) había concebido idéntica pasión y
juntos habían ido a ver al famoso geógrafo Azzolina (que ya no existe) para preguntarle si por casualidad conservaba algún
antiguo mapa geográfico de la Selva Norte, y Azzolina (que ya no existe) les había mostrado uno, pero estaba equivocado.
Luego vinieron los años de intensos estudios, hasta que el profesor Sullavita (que ya no existe) le nombró su ayudante,
encomendándole, junto al otro joven licenciado Nicola De Merzi (que ya no existe) un primer recorrido a lo largo del presumible
trazado de la Vía Olobrona que antiguamente atravesaba de punta a punta la temible Selva septentrional.
Eran los felices años de la juventud, cuando los amigos se reunían cada sábado en el salón de la señora Mimí Domínguez
(que ya no existe), centro de la vida cultural y artística. Y ahí precisamente había conocido a la deliciosa Annetta Fossadoro, que
más tarde sería su mujer (y que tampoco existe).
La expedición debería haberle abierto las puertas de la cátedra, de no haber sido porque su colega Sergio Basottoli, ya
entonces gran amigo suyo, le puso la zancadilla (tampoco él existe), y en cierto sentido Tassol tuvo que volver a empezar desde
cero. Un período difícil, ensombrecido también por un proceso contra Luca, su hijo primogénito (que ya no existe) por ultrajes a
Su Majestad.
Las vicisitudes académicas, aliviadas por el constante y generoso apoyo del rector magnífico, profesor Tullio Brosada
(que ya no existe), tocaron a su fin con la caída de la monarquía. Después de lo cual, ya catedrático, organizó la primera verdadera
expedición en busca del sepulcro de Atila, acompañado de dos valerosos jóvenes estudiosos, Max Serantini y Gianfranco Sibili
(que ya no existen).
Simultáneamente, otras expediciones fueron emprendidas por el peruano Salvador Lasa, por el marqués Alfred Sofregon y por
el apátrida Giusto De Fonseca (que ya no existen). Una larga epopeya a costa de muchas lágrimas y sangre, pero ahora Giovanni
Tassol ha plantado la bandera nacional sobre las ruinas del fabuloso monumento; hacia el que se dirige, a bordo de tres helicópteros,
un equipo de la televisión con todo el material necesario.
En el campamento junto a las ruinas, en lo más profundo del corazón de la selva, ya se han encendido las fogatas nocturnas.
Sentado sobre una piedra, Tassol pasea la mirada en derredor. Sólo alcanza a distinguir abetos, abetos y más abetos, espesísimos,
negros. Piensa en los que le han ayudado en su triunfo, en el querido Ennio De Tibertis, superintendente de la administración forestal,
tan comprensivo (ya no existe), en la infatigable secretaria de su Facultad Grazia Marasca (que ya no existe), en el devotísimo chófer
Armando (que ya no existe), en el piloto Arduino Malinoschi que le hizo sobrevolar muchas veces la zona, y descubrir el sepulcro
(tampoco él existe).
El Jefe del Estado le ha hecho llegar un caluroso mensaje de congratulación. Los jóvenes ayudantes, los técnicos, los operarios
se disponen a homenajearlo allí mismo, con medios improvisados. Se respira alegría.
Sentado sobre una piedra, mira en derredor suyo. Árboles, árboles y más árboles. Nada más. Está solo.
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Dino Buzzati
Las noches difíciles
«LE NOTTI DIFFICILI»
Traducción Carmen Artal
Arnoldo Mondadori. 1971
Edición en lengua castellana de
Editorial Argos Vergara, S. A.
Barcelona (España)
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El volumen ‘Las noches difíciles’ incluye:
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El coco – Soledades – Equivalencia – El escollo- Una carta aburrida –
Contestación global – Accidentes de tráfico – Boomerang – Delicadeza –
El médico de las fiestas – La torre – El ermitaño – En la consulta del médico –
Deseos falaces – La albondiguilla – El sueño de la escalera – Crescendo –
La mariposita – Tic-tac – Cuento a dos voces – Delicias modernas – Icaro –
Inventos – La alienación – Progresiones – Carta de amor –
Los viejos clandestinos – La elefantiasis – Plenilunio – La mujer con alas
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