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VISTA CON GRANO DE ARENA
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Lo llamaremos grano de arena.
Y él a sí mismo ni grano ni arena.
Prescinde del nombre
general, individual,
efímero, perenne,
erróneo o adecuado.
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De nada le sirve nuestra mirada, el tacto.
No se siente ni visto ni tocado.
Y que haya caído sobre el alféizar de la ventana
es nuestra aventura, no la suya.
Para él, es lo mismo que caer en cualquier cosa,
sin la seguridad de haber caído ya,
o de seguir cayendo.
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Desde la ventana Hay una hermosa vista del lago,
pero esa vista no se ve a sí misma.
Incolora e informe,
atónita, inodora
e indolora está en este momento.
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El fondo sin fondo del lago
y las desorilladas orillas.
Ni mojada ni seca su agua.
Ni singulares ni plurales las olas
que susurran, sordas a su propio susurro,
alrededor de ni pequeñas ni grandes piedras.
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Y todo esto bajo un cielo por naturaleza aceleste,
en el que se pone el sol sin ponerse en absoluto
y se esconde sin esconderse tras una no sabedora nube.
El viento la sacude sin ningún otro motivo
que el de soplar.
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Pasa un segundo.
Otro segundo.
Un tercer segundo.
Pero son sólo nuestros esos tres segundos.
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El tiempo pasó corriendo como un mensajero con una noticia
urgente.
Pero es sólo nuestra esa comparación.
Personaje inventado, falsas prisas,
e inhumana noticia.
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Wislawa Szymborska
Poesía no completa
El gran número, 1976
Edición y traducción de
Gerardo Beltrán, Abel A. Murcia
2ª edición
FCE, México, 2008
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