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Es delicioso ver dormir a Natalia: con el jersey escaso y los vaqueros desabrochados
que nos dan, que nos dejan el ombligo como un hoyo para meter las canicas.
Y después, además, el derrumbamiento general de la cabeza, que nos recuerda que
la muerte colabora con el sueño. Y sus facciones, con esa especialísima belleza que sólo
el sueño proporciona.
Se dice que la vida es un largo camino hacia el cansancio. No sé, pero el sueño es una
recompensa que no todos merecemos. Un cuerpo, si se lo trata bien, puede durar toda
la vida.
El sueño tiene algo de sagrado y se dice que no se debe mirar a una persona que duerme,
quizá por su indefensión, ya que es (como) tocarla con los ojos cuando no puede vernos.
‘Habría que inventar las camas de agua, ofrecen la posibilidad de beber algo a media noche
sin peligro de pisar al gato’ –dijo el poeta-.
Un detalle: cuando Natalia duerme, las sombras contienen el aliento.
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