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La canción dice que es verano y vivir es más fácil.
Mi criterio es que a Linda le es más fácil vivir en cualquier época del año: está en la vida de forma
directa, inmediata: es su territorio natural. Sabe buscarse la vida, quizá porque siempre ha pasado
mucho tiempo en la calle.
Tiene unas facciones pronunciadas, un perfil prominente: la nariz y la barbilla alargan su cara. Sus
labios largos se expanden, combados y llenos, como puentes sin barandillas.
Sus ojos claros, azules, son proporcionalmente pequeños y alargados. Se recoge el pelo –rubio duro,
rubio dorado, pajizo- con un moño alto y grueso.
Después de una somera presentación, ya podemos orbitar a Linda: intuir sus preferencias, olfatear
sus inclinaciones de mujer lista que sabe, sobre todo, moverse en la calle, funcionar con la ley de la
selva, manejarse en la vida diaria del barrio y de las tiendas y de los amigos, en los que no se puede
confiar demasiado.
Su historia, su destino, su cosa, tenía que haber sido mejor, pero sabe que lo que hagamos de nuestra
vida depende de ciertas propulsiones. También sabe -por el poeta- que lo peor de los complejos de
inferioridad es que los tienen las personas equivocadas, aunque ella sólo echa en falta un poco más
de confianza en sí misma.
No sabe si es mejor seguir convenciéndose de que esto es la vida, toda la vida, cualquier vida, o pensar
que hay otras más intensas, más plenas, más felices que la suya.
‘Cuando digo que la burra es parda, es porque tengo los pelos en la mano’: práctica, realista, con los
pies en el suelo, más bien bruta: Linda.
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