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marosa di giorgio
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el moaré de la misa
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Salió del durazno con el pelo rubio refulgente. Se le empezó a caer como flores;
se tocó las sienes, la frente, tuvo temor; en vez del pelo, crecía un crespón,
un crepé en ondas o rizado; se le salía como un sueño desde adentro, una locura
fija, hirsuta.
Caminó, resolvió quedar sin manto y sin nada; desnuda en la circunstancia extraña.
El sol había pasado la mitad del día y estaba oscuro.
Una comadreja subió a las ciruelas y quedó alerta. Con la barriga entrecerrada,
llena de hijillos. Y murciélagas que se le habían colado ya.
Proseguía; la pana crecía en vez de la melena.
Pasó junto a los blancos lirios, cuyos tres picos ansiosos esperaban algo que los
enrojeciese.
Desde los árboles, animales másculos tendían a ella con rugidos y ansiedades,
pero antes de alcanzarla, caían al piso ya sin vida.
Unas mariposas del sexo varón, también, aunque parecían señoritas, lograron posársele
y quedaron sólo tatuadas en sus sitios fascinantes.
Crecía aquel raso opaco, brillante, en su cabeza; antes del anochecer llegaría al piso.
Hubiera querido correr, pero no podía quizá por qué.
Alcanzó los viejos portales de palos verdes, los deshizo, tomó el camino que siempre
la había llevado hasta la escuela.
Si la vieran las gentes de otros tiempos.
Desnuda con mariposas,
seguida por ese escuadrón sexual
y con el cabello natural
pero de género.
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Marosa di Giorgio
MISALES
Relatos eróticos
1a ed.
Buenos Aires – El Cuenco de Plata, 2005
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