marosa di giorgio

moaré de estío

 

 

Un sol, marrón y grueso como un caqui, nacía; estuvo

un tanto entré los troncos, se hundió en otro rincón del

cielo. Pero fue un día en verdad muy largo.

La luna ya era un plato de nieve.

El carpincho emergió del agua, entre los astros, con el

pantalón mojado, velludo, y el bigote también con agua.

Llamó en un rudo alarido a su mujer para el trato íntimo

con él. Ella acudió. Hicieron la unión de pie, como siempre,

y muy nerviosos, con miedo de que les diesen muerte así.

Él tuvo una gran sensación por toda su carne espesa. En

las diversas capas y adentro de los huesos.

Ella, no tanto. Tal vez, fuese de nuevo requerida, o estaría

embargada ya, para dar a luz más luego, entre los yuyos

acuáticos y de un modo triste. Si no era trozada ahí.

El carpincho quedó medio ebrio, medio loco, entre los

astros.

Fue hasta la casa, espió la cocina. El amo y el ama hacían

como siempre.

Topó al bebé que en el coche tomaba un trago de aire de

jardín. Lo desbarató.

Y huyó.

Las tías llegaban dando gritos que parecían cuchillas.

Decían: ¡Eugenio! ¿Dónde está Eugenio … ?

Y miraban· a la luna de nieve por si el bebé se hubiera

subido allí arriba.

Pero, sólo lo hallaron con el coche desquiciado, unos

metros más allá entre dos claveles.

Los otros familiares parecían estar rígidos. Los padres

del bebé hablaban como si tuvieran los labios pegados.

El carpincho trotó triunfante, silbó algo a su mujer que

quedó muda.

Y se escondió en el río por un rato.

 

 

 

 

Marosa di Giorgio

MISALES

Relatos eróticos

1a ed.

Buenos Aires – El Cuenco de Plata, 2005

 

 

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