clarice lispector

revelación de un mundo

a descoberta do mundo

Traducción: Amalia Sato

Adriana Hidalgo editora S.A.

octubre de 2005

me hago cargo del mundo

 

 

 

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Soy una persona muy ocupada: me hago cargo del mundo.

Todos los días miro desde el balcón el pedazo de playa con mar, y veo a veces que las espumas parecen más blancas y que a veces durante la noche las aguas avanzaron inquietas, veo eso por la marca que las olas dejaron en la arena.

Miro los almendros de mi calle. Presto atención a si el cielo de noche, antes de irme a dormir y encargarme del mundo en forma de sueño, si el cielo de noche está estrellado y azul marino, porque ciertas noches en vez de negro parece azul marino. El cosmos me da mucho trabajo, sobre todo porque veo que Dios es el cosmos. De eso me ocupo con cierta aversión.

Observo a un niño de diez años, vestido con harapos y flaquísimo. Tendrá una futura tuberculosis, si es que ya no la tiene.

En el jardín Botánico, luego, quedo exhausta, tengo que hacerme cargo con mi mirada de las mil plantas y árboles, y sobre todo de las victorias regias.

Que se note que no menciono ni una vez mis impresiones emotivas: lúcidamente sólo hablo de algunas de las millares de cosas y personas de las que me encargo. Tampoco se trata de un empleo pues no gano dinero con esto. Tan sólo me entero de cómo es el mundo.

¿Si hacerse cargo del mundo da trabajo? Sí. Y recuerdo un rostro terriblemente inexpresivo de una mujer que vi en la calle. Me hago cargo de los miles de favelados [habitantes de las favelas] de arriba de las laderas. Observo en mí misma los cambios de estación: yo claramente cambio con ellas.

Me han de preguntar por qué me hago cargo del mundo: es que nací; así, todo es de mi incumbencia. Y soy responsable por todo lo que existe, incluso las guerras y los crímenes de leso cuerpo y lesa alma. Soy inclusive responsable por el Dios que está en constante cósmica evolución para mejor.

Me ocupo desde niña de una fila de hormigas: ellas andan en fila india cargando un pedacito de hoja, lo que no impide que cada una, al encontrarse con una fila de hormigas que viene en dirección opuesta, pare para decir algo a las otras.

Leí el célebre libro sobre las abejas, y me hice cargo desde entonces de las abejas, especialmente de la reina madre. Las abejas vuelan y lidian con flores: esto yo lo constaté.

Pero las hormigas tienen una cintura muy finita. En ella, pequeña como es, cabe todo un mundo que, si no presto atención, se me escapa: sentido instintivo de organización, lenguaje que supera lo supersónico para nuestros oídos, y probablemente los sentimientos instintivos de amor —sentimiento, pues hablan. Me hice cargo de las hormigas cuando era pequeña, y ahora, que yo quería tanto poder verlas de nuevo, no encuentro ni una. Que no hubo matanza de ellas, lo sé porque si la hubiera habido yo me habría enterado. Ocuparse del mundo exige también mucha paciencia: tengo que esperar el día en que aparezca una hormiga. Paciencia: observar las flores abriéndose imperceptible y lentamente. Sólo que no encontré todavía a quién rendir cuentas.

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eu tomo conta do mundo

 

 

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Sou uma pessoa muito ocupada: tomo conta do mundo.

Todos os dias olho pelo terraço para o pedaço de praia com mar, e vejo às vezes que as espumas parecem mais brancas e que às vezes durante a noite as águas avançaram inquietas, vejo isso pela marca que as ondas deixaram na areia.

Olho as amendoeiras de minha rua. Presto atenção se o céu de noite, antes de eu dormir e tomar conta do mundo em forma de sonho, se o céu de noite está estrelado e azul-marinho, porque em certas noites em vez de negro parece azul-marinho. O cosmos me dá muito trabalho, sobretudo porque vejo que Deus é o cosmos. Disso eu tomo conta com alguma relutância.

Observo o menino de uns dez anos, vestido de trapos e magérrimo. Terá futura tuberculose, se é que já não a tem.

No Jardim Botânico, então, eu fico exaurida, tenho que tomar conta com o olhar das mil plantas e árvores, e sobretudo das vitórias-régias.

Que se repare que não menciono nenhuma vez as minhas impressões emotivas: lucidamente apenas falo de algumas das milhares de coisas e pessoas de quem eu tomo conta. Também não se trata de um emprego pois dinheiro não ganho por isso. Fico apenas sabendo como é o mundo.

Se tomar conta do mundo dá trabalho? Sim. E lembro-me de um rosto terrivelmente inexpressível de uma mulher que vi na rua. Tomo conta dos milhares de favelados pelas encostas acima. Observo em mim mesma as mudanças de estação: eu claramente mudo com elas. Hão de me perguntar por que tomo conta do mundo: é que nasci assim, incumbida. E sou responsável por tudo o que existe, inclusive pelas guerras e pelos crimes de leso-corpo e lesa-alma.

Sou inclusive responsável pelo Deus que está em constante cósmica evolução para melhor. Tomo desde criança conta de uma fileira de formigas: elas andam em fila indiana carregando um pedacinho de folha, o que não impede que cada uma, encontrando uma fila de formigas que venha de direção oposta, pare para dizer alguma coisa às outras.

Li o livro célebre sobre as abelhas, e tomei desde então conta das abelhas, sobretudo da rainha-mãe. As abelhas voam e lidam com flores: isto eu constatei.

Mas as formigas têm uma cintura muito fininha. Nela, pequena como é, cabe todo um mundo que, se eu não tomar cuidado, me escapa: senso instintivo de organização, linguagem para além do supersônico aos nossos ouvidos, e provavelmente para sentimentos instintivos de amorsentimento, já que falam. Tomei muita conta das formigas quando era pequena, e agora, que eu queria tanto poder revê-las, não encontro uma.

Que não houve matança delas, eu sei porque se tivesse havido eu já teria sabido. Tomar conta do mundo exige também muita paciência: tenho que esperar pelo dia em que me apareça uma formiga. Paciência: observar as flores imperceptivelmente e lentamente se abrindo.

Só não encontrei ainda a quem prestar contas.

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