fabio morábito
dos sandras
fabio morábito
dos sandras
fabio morábito
dos sandras
delante de un prado una vaca
ediciones era S.A. de C.V.
sistema nacional de creadores de arte
de Fonca-Conaculta
1ª edición 2011
México DF
Dos sandras: una fea y otra guapa.
Vivían muy cerca, inseparables.
La guapa recibía sólo cortejos,
la fea era la mensajera
entre los pretendientes y su amiga.
Quien trataba con una trataba
con ambas.
Sandra la guapa carecía de apodo,
la otra contaba con un alud
de sobrenombres. El más famoso:
Passasinghiozzo,
porque, por fea, cortaba el hipo.
Fui novio varias veces de la guapa,
o sea que conocí a Passasinghiozzo
íntimamente y de las dos
es ella a quien extraño.
Tú eres su preferido,
me decía mirándome a los ojos
con su nariz ganchuda,
de un modo que dejaba ver
la frase que latía en segundo plano:
tú eres mi preferido.
¿De verdad me quisiste,
Passasinghiozzo resignada
a amar con las palabras de tu amiga,
como quien sólo pisa otras pisadas,
o tú también dijiste un día «te amo»,
y a tu nariz, tu célebre nariz que odiaste
en tu niñez y adolescencia,
con los años, la madurez, el sexo y un marido,
le hallaste al fin su gracia?
Mensajera de otros tiempos,
tú penumbrosa, homónima
de otra que ya olvido,
descubro hoy que sí te quise,
encadenado yo también a otras pisadas
y ciego a tu lealtad de corredora.
Tenías muy buenas piernas
y nadie de nosotros se atrevía a admitirlo.
En medio de la paja del encanto
de tu amiga
en ti alumbraba esa hermosura de lo feo
de mis mejores versos,
un estilo que habría de ser el mío,
maestra hallada hoy
después de tanto tiempo y pienso
que todos en algún lugar
de nuestro cuerpo o espíritu tenemos
una nariz de gancho
o un labio leporino,
pero unas buenas piernas
para agotar de joven todas las carreras
y adelgazarse como rama
que guarda su secreto con fervor,
sólo unos cuantos, y tú entre ellos.
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