clarice lispector
revelación de un mundo
a descoberta do mundo
traducción: Amalia Sato
Adriana Hidalgo editora
octubre de 2005
Buenos Aires
miedo de la liberación
Si me detengo demasiado mirando Paysage aux oiseaux jaunes
(Paisaje con pájaros amarillos), de Klee, nunca más podré echarme atrás.
Valor y cobardía son un juego que se juega a cada instante.
Asusta la visión tal vez irremediable y que tal vez sea la de la libertad. El hábito
que tenemos de mirar a través de las rejas de la prisión, la comodidad que trae
aferrarse con las dos manos a las barras frías de hierro.
La cobardía nos mata. Pues existen aquéllos para quienes la prisión es seguridad,
las barras un apoyo para las manos.
Entonces reconozco que conozco pocos hombres libres.
Miro de nuevo el paysage y de nuevo reconozco que cobardía y libertad estuvieron
en juego.
La burguesía total se derrumba si se mira Paysage aux oiseaux jaunes.
Mi valor, enteramente posible, me amedrenta.
Comienzo incluso a creer que entre los locos hay quienes no lo están. Y que
la posibilidad, la que verdaderamente es, no es para ser explicada a un burgués
cuadrado.
Y a medida que la persona quiera explicar se va enredando en palabras, podrá
perder el valor, estará perdiendo la libertad.
Les oiseaux jaunes no pide ni siquiera que se lo entienda: ese grado significa
más libertad todavía: no tener miedo de no ser comprendido. Mirando la extrema
belleza de los pájaros amarillos calculo qué ocurriría si yo perdiera por completo
el miedo.
La comodidad de la prisión burguesa tantas veces me golpea la cara.
Y, antes de aprender a ser libre, yo todo lo aguantaba —sólo para no ser libre.
medo da libertação
Se eu me demorar demais olhando Paysage aux Oiseaux Jaunes
(Paisagens com Pássaros Amarelos, de Klee), nunca mais poderei voltar atrás.
Coragem e covardia são um jogo que se joga a cada instante. Assusta a visão talvez
irremediável e que talvez seja a da liberdade.
O hábito que temos de olhar através das grades da prisão, o conforto que traz segurar
com as duas mãos as barras frias de ferro. A covardia nos mata.
Pois há aqueles para os quais a prisão é a segurança, as barras um apoio para as mãos.
Então reconheço que há poucos homens livres. Olho de novo a paisagem e de novo reconheço
que covardia e liberdade estiveram em jogo.
A burguesia total cai aos se olhar Paysage aux Oiseaux Jaunes.
Minha coragem, inteiramente possível, me amedronta. Começo até a pensar que entre os
loucos há os que não são loucos. E que a possibilidade, a que é verdadeiramente, não é para
ser explicada a um burguês quadrado. E à medida que a pessoa quiser explicar se enreda em
palavras, poderá perder a coragem, estará perdendo a liberdade.
Les Oiseaux Jaunes não pede sequer que o entenda: esse grau é ainda mais liberdade:
não ter medo de não ser compreendido.
Olhando a extrema beleza dos pássaros amarelos calculo o que seria se eu perdesse
totalmente o medo.
O conforto da prisão burguesa tantas vezes me bate no rosto.
E, antes de aprender a ser livre, eu aguentava – só para não ser livre.
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