El enigmático soneto de Quevedo
«¡Oh, fallezcan los blancos, los postreros…»,
del Parnaso español
Ignacio Arellano
Universidad de Navarra-GRISO
Edificio Bibliotecas 31009
Pamplona iarellano@unav.es
[La Perinola, (issn: 1138-6363), 19, 2015, pp. 149-160]
Uno de los más difíciles sonetos quevedianos, y a la fecha sin explicaciones satisfactorias,
es el que lleva en El Parnaso español el epígrafe «Ciegas peticiones de los hombres a Dios»
(soneto lxvi de la Musa Polimnia), y que copio según mi edición:
«¡Oh, fallezcan los blancos, los postreros
años de Clito! Y ya que, ejercitado,
corvo reluzga el diente del arado,
brote el surco tesoros y dineros.
Los que me apresuré por herederos,
parto a mi sucesión anticipado,
por deuda de la muerte y del pecado
cóbrenlos ya los hados más severos».
¿Por quién tienes a Dios? ¿De esa manera
previenes el postrero parasismo?
¿A Dios pides insultos, alma era?
Pues siendo Stayo de maldad abismo,
clamara a Dios, ¡oh Clito!, si te oyera;
y ¿no temes que Dios clame a sí mismo?
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