Aunque el Master de este blog tal vez eligiese
convertirse en alguna otra cosa antes que en música,
creo [solamente lo creo] que la música estaría para
él entre las 5 primeras elecciones de conversión.
Quizá entre las 3 primeras, pero ya no quiero apurar
tanto: puede tener aficiones personales muy queridas
que yo desconozca. Por eso le dedico esta entrada.
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roger pol droit
experiencias de [poesía] cotidiana
traducción de Victor Goldstein
Fondo de cultura económica
de Argentina Buenos Aires
1ª edición en español, 2001
convertirse en música
DURACIÓN: de 20 a 120 minutos
MATERIAL: música
EFECTO: realista
Ponga los altavoces al máximo, una música que le guste y cierre los ojos.
Olvídese de toda forma de vigilancia y de cualquier fuerzo para ver, oír o pensar en cualquier cosa. Relaje sus músculos.
Su cuerpo se vuelve languidece, pesa blandamente sobre el sofá (o el suelo, o la cama) donde se ha acostado. Todo el resto se disipa.
No queda nada más que la música. Espere, abandónese.
Su aceptación voluntaria es inútil y hasta nefasta. La música, sola, que no lo invade, sino que es usted el que va a disolverse, a salir en notas, a convertirse en ritmo.
Por otra parte, sabe también qué inexacto, mal formulado, aproximado es este asunto. Porque las palabras no están hechas para expresarlo.
Hay que esperar al momento sin frases en que ni siquiera se podría decir que flota en la música, ya que, para que tal expresión tenga un sentido, tendría que haber un «usted» distinto de los mismos sonidos.
Y eso es lo que se deroga.
No queda más que materia sonora, absolutamente sola, pulsación pura, y usted se ha convertido en ella.
Entonces puede hacer la experiencia —fugitiva, al límite— de percibir como desde fuera ese cuerpo inerte, que mira desde lejos, sin preocuparse de que sea usted mismo.
Las historias de chamanes y brujos en que la cuestión es abandonar por un tiempo la envoltura corporal, salir y verla desde arriba, son historias de música. ¿Cómo no lo supo antes?
No era mas que una etapa todavía. La magia, los poderes especiales, son momentos que se deben atravesar. Volverse música no sirve para viajar.
Cuando se persevera ya no se trata de desplazamiento, ni siquiera de lugar, ni de distancia.
Pronto no queda nada que le permita localizarse.
Solamente subsiste la música, que forma la textura misma de la presencia, el acceso directo a toda existencia.
Y entonces no encuentra enigmas en la frase habitualmente imposible de comprender: «Aunque el mundo desapareciera quedaría la música».
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Gracias por esa dedicación,
en realidad me gustaría convertirme en músico,
más que en música, aunque quizá nuestra alma
tenga algo de la música.
Ángel