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Gypsy girl
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La gypsy está hermosa con esos pies sucios de andar descalza, de pisar la tierra. También está hermosa porque duerme,
pero se trata de una belleza extensible a casi cualquier criatura durmiente, y no de una belleza de mujer femenina y hermosa,
que es la que aquí merodeamos.
La gypsy es tal vez todavía adolescente, morena de pelo negro y larga de extremidades pares, con la nariz arremangada,
los ojos asiáticos y la boca tremenda de labios abundantes. Tiene los senos leves y discretos, y unos brazos que parecen
la arboladura, la osamenta, el armazón de unas alas para volar. Lleva una falda en la que es de día, mientras que fuera del
sofá donde duerme está sólo la noche cerrada.
La gypsy se ha acomodado de cualquier manera para dormir, como quizá se acomode también de cualquier manera a todo
lo demás. Puede ser algo así como una pastora de caballos trotones, quizá hábil en encender el fuego, en lanzar piedras a
pedradas y en silbar con el agudo sonido de un latigazo.
La gypsy vendría a ser un pozo salvaje, con un fondo de aguas turbias y con un viento poderoso y ardiente, cargado de fuego
y oscuridad. Cazadora, nómada, itinerante y bosquimana, ama el olor de los caballos y de las hogueras al amanecer,
cuando se mezcla el olor que el fuego ha dejado con el de la ceniza que humea espesamente entre la tierra.
Como un animal extraño, oculto en el crepúsculo y de rostro cerrado, tiene recuerdos de otra existencia, que quizá es la suya
pero desordenada y rota por el viento, destripada por el dolor, anegada por la lluvia, arrancada como una planta.
Narciso de Alfonso
Merodeos: el desnudo femenino en la pintura
Károly Ferenczy – (1862 – 1917)
Sleeping gypsy girl -1916
Óleo sobre tela de 95 X 140 cm
Ubicación actual: Budapest Historical Museum
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