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nude bust
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Merodeando, uno tiene la incierta sensación de haber soñado
con esta figura roja antes de verla, como si fuese la figura universal
de los sueños, que el artista se ha limitado a sacar al exterior,
a poner en un lienzo a golpe de pincel, talento y rabia.
Hay días y noches que es mejor fumárselos, porque nada es sencillo:
el corazón no es como un diagrama con instrucciones: es un puño
cerrado, fuertemente apretado y llenísimo de sangre, que puede
estallar en cualquier momento y teñir de rojo la nariz, los ojos, el pelo,
las orejas, toda la piel: es el color de la pasión, pero también
el de la violencia.
Ella es lo inexplicable: tal vez el presente se le ha ido de las manos.
Se dice que ningún ser humano adulto es feliz. Quizá ella sí lo es:
una mujer feliz, perdida en los sueños rojos de la noche y de la sangre.
Tiene el color general del fuego, y también el color particular, concreto,
del fuego que arde en una llama, en una hoguera. Se dice que muchas
personas viven en un vacío, pero que hay que tener mucho valor para
atreverse a ver, a mirar la desesperanza. Tal vez la mujer roja está viendo,
mirando la desesperanza de la vida o del mundo mientras los demás
miramos solamente la nada o las carreras de caballos.
Como la rabia y la pasión, como el fuego y la sangre, tal vez el
dolor intenso, vivo, agudo, es también rojo, ardiente como un ascua,
intolerable como el corazón cuando duele de verdad porque se ha
caído de su cocotero.
Para pintar a la mujer roja, el artista sólo ha necesitado el temple, la
contención, el coraje para obligar a todos esos asuntos duramente
rojos a quedarse en la hermosa forma de una mujer, haciéndolos
pasar fieramente por el aro de sí mismo.
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Narciso de Alfonso
Merodeos: el desnudo femenino en la pintura
Amedeo Modigliani
Nude bust – 1915
Óleo sobre lienzo de 35.6 x 26.2 cm
Gallery: Minneapolis Institute of Arts, Minneapolis, Minnesota, USA
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