isabel bono:
me muero:
me muero
bartleby editores
2021
habla olvidado el placer
de donar esta sangre
a un papel herido
la vida aún húmeda
sobre mis hombros
alejandro robles
me muero
me muero
y tú también, así que no me tengas pena
no me mires inclinando la cabeza
dando por sentado que hay que resignarse
no hay que resignarse
habría que escapar, en todo caso
intentar escapar es una obligación
se nos olvida todo el tiempo que estarnos vivos
y aun así continuamos de un lado a otro
de una vida a otra
cruzando pasos de cebra
transportando bolsas con ropa comida basura
cruzamos la vida entera sin detenernos
fuimos niños en agosto
fuimos niños inmortales
como la nieve en agosto, inmortal
en la memoria de los niños
somos niños que apedrean la tapia del cementerio
porque el tiempo es suyo y la muerte es suya
y todas las tapias les pertenecen
tardes largas de agosto
escupiendo a los charcos de grasa
la lengua fría de la muerte
que parece que nos lleva, que nos arrastra
pero se queda posada bajo nuestros pies
su luz intacta bajo nuestros pies
iluminándonos, guiándonos
me muero
desde la noche en que mi madre abrió las piernas
dice la voz
y alguien lejos tiembla
los árboles que después serán cobijo
para cada cuerpo, tiemblan
pudo nevar, pero no nevó
pudo nevar sobre las fosas aún abiertas
pudo nevar dentro de cada nicho
la muerte enfriando cada cuerpo que toca
dando poder a los muertos
pocas veces lo inerte cobra vida
pocas veces la luz, con su divino dedo
con su manso dedo
con su desesperado amor
se gasta el amor y la piedad
y el mármol de la piedad
se gastan las estatuas del cementerio
su gesto de uñas mordidas y huesos rotos
se gasta la cabeza del fémur
y las cabezas rubias de los ángeles de escayola
se gasta el luto y hasta el dolor
se gasta el discreto estampado
de un vestido de alivio
y el talón de un par de medias negras
se gasta la rosca de los frascos de café
reciclados en jarrón con flores
el borde de los pétalos de plástico
se gasta el dorado de las letras
las fechas los apellidos los nombres
la nieve no se gasta
se gasta el paso de los muertos y sus huellas
siempre de paso, siempre ambulantes
su paso, el trasiego de la luz
de lo visible a lo invisible
sin sucumbir al chantaje del sol
¿y qué hace el sol por nosotros?
¿de qué nos redime?
alguien debería dispararle al sol
en días como hoy
solo nieve
en días como hoy
ser nieve
amortiguar el ruido de la muerte
amortiguar el miedo
acompañar el miedo, la voz del miedo
no le daremos voz a la muerte
solo a los muertos
¿quién sabe escuchar a un muerto?
¿quién se atreve a recorrer con ellos, a su lado
ese camino sembrado de luz?
yo creo que la palabra está en la boca
dice la voz
las palabras en las bocas de los muertos
a la palabra de un muerto le sigue otra
las palabras de los muertos
pasean desnudas, sin sábana siquiera
se comen nuestras naranjas
se orinan en todos los paragüeros
arañan las cortinas para hacerse oír
arañan nuestra piel
la voz de los muertos tiene las uñas gastadas
de tanto escarbar nuestra piel
luz amarilla
es lo que hay en las uñas de los muertos
y piensas
¿y si fuese verdad?
¿y si la muerte fuese amarilla?
¿y si estuviésemos equivocados?
¿y si la muerte fuese sudar luz
sangrar la luz de la nieve para regar la tierra
de los que aún viven sobre la tierra?
vamos a preguntarle a cada muerto
qué hace, si ahí debajo
crecen calabazas espléndidas o raíces con nudos
si me espían mientras me ducho
si conocen el nombre de mis amigos
si me esperan, si nos esperan
si hablan de nosotros, si se ríen
si tienen sed
si la nieve calma su sed
voy a alimentar a los muertos
y vosotros también
vamos a darles voz
para que sigan con su vida de muertos
vamos a darles lo que no tenemos
vamos a darles
sangre luz y nieve en agosto
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